Parròquia Sant Vicent Màrtir de Benimàmet

Homilía II de Navidad-B

 ¿Nos vamos a “vacunar”?

VER:

El anuncio de la llegada de la vacuna contra el coronavirus ha encendido una luz de esperanza en medio de la pandemia. Los virólogos afirman que, hoy por hoy, la vacuna es el único modo de atajar la expansión del coronavirus, y que se han seguido todos los protocolos de seguridad en su elaboración, por lo que animan a vacunarse. A pesar de ello, según el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas del mes de diciembre de 2020, sólo el 40% de los encuestados estaría dispuesto a vacunarse inmediatamente, un 28% no lo haría, y el resto esperaría a ver los efectos en otras personas vacunadas. Resulta sorprendente que, aun sabiendo las nefastas consecuencias que tiene el coronavirus haya ese nivel de resistencia para vacunarse. Pero la vacunación no es obligatoria y se deja a la libertad de las personas la decisión de vacunarse o no.

JUZGAR:

Hoy es el segundo domingo después de Navidad, estamos en el último tramo de este tiempo pero eso no significa que haya que bajar la guardia, pasar página y olvidarlo. El prólogo del Evangelio según san Juan, que hemos escuchado este domingo, nos ofrece la ocasión de “recordar” (volver a pasar por el corazón, como hacía la Virgen María) lo que estamos celebrando estos días.

Y, tomando el ejemplo de la vacuna contra el coronavirus, podemos decir que con la Palabra ha llegado a nosotros “la vacuna” contra el “virus del mal” que amenaza nuestra vida, corporal, mental y espiritual, de tantas formas y con tantas mutaciones: En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. El Dios vivo nos ofrece su misma Vida para que la tengamos para siempre.

Igual que empezamos a tener a nuestra disposición la vacuna contra la covid19, la Navidad nos recuerda que tenemos a nuestra disposición la Palabra de vida para acogerla: Al mundo vino y en el mundo estaba. Está entre nosotros, como anunciaba Juan Bautista, al alcance de todos.

Pero Dios no se impone, del mismo modo que no es obligatorio vacunarse: Vino a su casa y los suyos no la recibieron. Dios respeta la libertad del ser humano, aun a riesgo de que le rechacemos. Igual que resulta sorprendente que haya resistencia a vacunarse contra el coronavirus, también sorprende que, sabiendo las nefastas consecuencias que el mal y el pecado tienen para nosotros, todavía nos resistamos a acoger la “vacuna” que es la Palabra de vida.

Sin embargo, quienes se vacunen contra la covid19, tendrán un arma efectiva para luchar contra la infección; si acogemos la “vacuna” que es la Palabra, a cuantos la recibieron les da poder para ser hijos de Dios, por lo que, como hijos, tendremos poder para luchar contra la infección del mal y del pecado.

Es verdad que la vacuna contra el coronavirus no nos hace invulnerables, pero sí que disminuye las posibilidades de contagio. Acoger la Palabra tampoco nos vuelve invulnerables, pero si creemos en su nombre estaremos mejor preparados para luchar contra el mal en cualquiera de sus mutaciones.

La vacuna contra el coronavirus se inserta en nuestro organismo, hasta el nivel genético, para fabricar anticuerpos; y la esencia de la Navidad es que la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros: La Palabra asume un organismo como el nuestro, nuestra carne, nuestras células, nuestra composición genética para generar los anticuerpos que permitan derrotar la infección del pecado y la muerte.

La vacuna contra la covid19 necesita, por lo menos, dos dosis para ser efectiva; y la Palabra hecha carne nos da su Cuerpo y su Sangre en la Eucaristía para que recibamos habitualmente nuestra “dosis”, para seguir insertándose en nuestro organismo y generar los “anticuerpos” necesarios.

ACTUAR:

Aunque se deje a la libertad de las personas la decisión de vacunarse o no contra el coronavirus, los científicos insisten en que hasta que no se alcance un nivel alto de vacunación entre la población no llegaremos a la llamada “inmunidad de rebaño” y el coronavirus seguirá extendiéndose.

También nosotros somos libres de “vacunarnos” con la Palabra, de recibirla o no recibirla. Pero mientras no haya un importante número de personas que acojan de verdad la Palabra de Vida, un “rebaño” inmunizado que viva y actúe como hijos de Dios, el virus del mal y del pecado seguirá extendiéndose y presentando múltiples mutaciones, con las nefastas consecuencias que tiene para la humanidad y a todos los niveles. Aquí tenemos la Palabra de Vida: ¿Nos vamos a “vacunar”?

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