Consorte del Rey

VER:
Un rey o reina consorte es el cónyuge de un rey o reina que ostenta el título por derecho propio. Los consortes, aunque su tratamiento sea también el de ‘rey’ o ‘reina’, no comparten los mismos poderes políticos y militares del monarca, pero tienen una gran responsabilidad y tarea que cumplir en muchas de las funciones que forman parte de su cargo.
JUZGAR:
Hoy estamos celebrando la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, con la que se cierra el año litúrgico. El próximo domingo, con el Adviento, iniciaremos un nuevo ciclo.
Esta fiesta fue instituida por el Papa Pío XI en la encíclica ‘Quas primas’ (1925). En ella dice que Cristo «públicamente confirmó que es Rey (Jn 18, 37) en presencia del gobernador romano, pero manifestó que su reino no era de este mundo». Jesús, ante Pilato, se muestra efectivamente como Rey, pero aprovecha la ocasión para mostrarse como un Rey desconcertante, que tiene un objetivo, no de dominio sino de salvación. Por eso, «cuando los judíos, y aun los mismos apóstoles, imaginaron erróneamente que el Mesías devolvería la libertad al pueblo y restablecería el reino de Israel, Cristo les quitó esta vana imaginación y esperanza. Y, cuando iba a ser proclamado Rey por la muchedumbre, El rehusó tal título de honor».
De ahí que, como hemos escuchado en el Evangelio, la afirmación que Cristo hace de su realeza provocase incredulidad, rechazo y burlas: “Los magistrados hacían muecas a Jesús, diciendo «Que se salve a sí mismo, si Él es el Mesías de Dios». Se burlaban también los soldados: «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo». Uno de los malhechores crucificados lo insultaba: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros»”. Pero, aunque ellos no se lo crean, Jesús sigue siendo Rey.
Como diremos en el Prefacio, el Reino de Jesús es «el reino de la verdad y de la vida, el reino de la santidad y la gracia, el reino de la justicia, el amor y la paz». Por tanto, Jesús reina allí donde se vive la fraternidad, la justicia y la paz como actitudes fundamentales; Jesús reina allí donde prevalece la entrega de uno mismo y el servicio a los demás, sobre todo a los más desfavorecidos. Jesús reina allí donde se vive el amor a Dios, que se concreta en el amor al prójimo. Esto es lo que hoy celebramos.
Pero hoy también celebramos que nosotros, por el Bautismo, podemos considerarnos como ‘consortes del Rey’. En el Antiguo Testamento se empleaba la unción para expresar la fuerza que Dios comunicaba a las personas que empezaban una misión para su pueblo: los reyes, como David; los sacerdotes, como Aarón; los profetas, como Eliseo. Jesucristo es el Ungido de Dios, el verdadero Sacerdote, Profeta y Rey, y cuando en nuestro Bautismo somos ungidos con el Crisma, se nos dice: «que seas para siempre miembro de Cristo, Sacerdote, Profeta y Rey». Somos miembros de Cristo, como decía la 1ª lectura: “Hueso tuyo y carne tuya somos…” y la 2ª: “Él es la cabeza del cuerpo: de la Iglesia”. Y por eso el primer sentimiento que ha de brotar es la acción de gracias, como también hemos escuchado en la 2ª lectura: “Demos gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz. Él nos ha trasladado al reino del Hijo de su amor…”. Ser miembros de Cristo y participar de su misión como sacerdotes, profetas y reyes, no se debe a nuestros méritos o capacidades personales, sino que es un don, un regalo del amor de Dios.
Pero, como ‘consortes del Rey’, tenemos una gran responsabilidad porque compartimos su misión como sacerdotes, porque todos podemos hablar a Dios en la oración; profetas, porque todos podemos hablar de Dios y dar testimonio de fe; y reyes, porque todos podemos hacer presente el Reino de Dios con nuestras obras de servicio y entrega, siguiendo el ejemplo de Jesús, nuestro Rey. Y debemos cumplir esta misión con fidelidad, incluso cuando, como ‘consortes del Rey’, compartamos también con Él los momentos de Cruz.
ACTUAR:
¿De verdad considero a Jesús mi Rey? ¿Soy consciente de lo que significa haber recibido el Bautismo? ¿Me siento ‘consorte del Rey’? ¿Vivo en coherencia con este don recibido? ¿Dónde o con quién hago presente el Reino de Dios con mi servicio, amor y entrega?
Que esta solemnidad nos ayude a unirnos a nuestro Rey y reforzar nuestra identidad como ‘consortes’ suyos por el Bautismo, para que en el nuevo año litúrgico que vamos a iniciar hagamos cada vez más presente su reinado hasta que «podamos vivir eternamente con Él en el reino del cielo».
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