“El poder del trabajo en equipo”
Hoy estamos de fiesta, el Señor nos convoca, como familia, en este II Encuentro Interparroquial, a las Parroquias del Ave María i sant Josep, Natividad y san Vicente, mártir, para recordarnos nuestro objetivo: “la parroquia es casa y cosa de todos, caminando en interparroquialidad”. La Parroquia no es de unos pocos, ni de un grupo cerrado, ni de un cura en solitario. La parroquia es la familia de Dios que se reúne en torno a la Mesa de la Palabra y a la Mesa de la Eucaristía, y que camina unida, como Iglesia en salida, abierta y fraterna.
La Palabra de Dios de este domingo, que hemos escuchado, ilumina este camino.
El profeta Amós denuncia la comodidad de los que viven instalados y no se preocupan por los demás. Nos advierte contra la tentación de encerrarnos en nosotros mismos, como digo yo, ser egocéntrico, vivir sin pensar en los demás. El peligro es ser parroquia “a la sombra del campanario”.
No hay que perder de vista la identidad y la pertenencia, pero hay que abrirse y convivir. Es como una familia, que crece, los hijos se casan, forman su propia familia, pero no viven encerrados, aislados. Los padres van a casa de los hijos, los hermanos van a casa de los hermanos, los hijos van a casa de los padres a celebrar momentos importantes… Cada familia tiene su propia identidad, pero todos forman, constituyen, una gran familia.
Una parroquia (lo mismo un feligrés) que sólo se mira a sí misma termina muriendo, es como una espiral que se encierra, se encierra y se cierra, termina ahogándose. Por el contrario, una parroquia viva es la que se abre, se mezcla, se compromete, la que colabora y comparte. Iglesia en salida, nos dice el Papa Francisco.
San Pablo, en la segunda lectura, exhorta a Timoteo a perseguir la justicia, la fe, la paciencia, la misericordia, el amor. Y lo hace con una imagen de lucha, de esfuerzo, de entrenamiento. La vida cristiana no es individualista: es una carrera en la que se corre en equipo. Y aquí entendemos algo fundamental: es más inteligente trabajar juntos, trabajar en equipo. Cuando cada parroquia intenta caminar sola, se agota; pero cuando nos unimos, nos enriquecemos mutuamente, compartimos dones y carismas, y los frutos de la misión se multiplican.
El Evangelio de hoy nos presenta la parábola del rico y Lázaro. Es una advertencia seria: no podemos ignorar al que sufre, no podemos dar la espalda al pobre. Como parroquias, nuestra interparroquialidad no puede ser sólo organizarnos mejor entre nosotros, sino sobre todo abrir los ojos y el corazón a los Lázaros de hoy: los pobres, los marginados, los enfermos, los inmigrantes, los que están solos, los que no conocen a Cristo. Ellos son y tienen que ser el centro de nuestra misión.
Dios nos pide hoy que vivamos nuestras parroquias como comunidades en red, donde lo que una tiene lo comparte con las demás, donde nadie se siente solo en la misión, donde se trabaja con inteligencia, sumando fuerzas y no restando, multiplicando y no dividiendo.
El trabajo en equipo es más que una estrategia: es un signo del Espíritu Santo. El mismo Espíritu que en Pentecostés unió a pueblos distintos en una sola fe, hoy nos invita a trabajar unidos en una sola misión. Porque cuando la Iglesia camina dividida, pierde fuerza; pero cuando camina unida, se convierte en luz del mundo y sal de la tierra, da sentido a nuestra misión pastoral. Atrae e interpela a quienes nos ven.
Desde el discernimiento tendremos que ver hacia dónde nos guía el Espíritu Santo, y qué es lo que quiere que vayamos haciendo. Cada uno con sus dones y talentos. Por eso también es muy importante la oración, y aquí, como le decía a D. Vicente, a pesar de la edad, todos podemos aportarla, sintiéndonos parte importante de la parroquia.
Pidamos al Señor en esta Eucaristía la gracia de sentir cada parroquia como parte de una gran familia, de caminar en interparroquialidad, de abrirnos a los pobres y de vivir la alegría de anunciar juntos el Evangelio.
Que María, Madre de la Iglesia, Madre de los Apóstoles, nos enseñe a trabajar en equipo, como lo hizo Ella en la primera comunidad cristiana, siempre unida, en comunión, humilde, con actitud de servicio y entrega.






