El Gran signo

VER:
Un signo es un objeto, un gesto, un sonido, una acción… que, al contemplarlo, tiene un significado para nosotros que nos remite a otra determinada realidad. Los signos son muy importantes y necesarios en nuestra vida, en nuestras relaciones familiares, sociales… Si nos detenemos a pensar, estamos rodeados de ellos y los utilizamos habitualmente. Pero, para que un signo sea eficaz, ha de ser conocido por un grupo y, además, ha de tener el mismo significado para todos los de ese grupo. Por eso, para evitar malas interpretaciones, los signos han de ser explicados.
JUZGAR:
Hoy estamos celebrando la fiesta de la exaltación de la Santa Cruz. Al coincidir en domingo, sustituye la celebración del Domingo XXIV del tiempo ordinario. Esta celebración, cuando cae entre semana, pasa bastante desapercibida, pero la Cruz es el Signo por excelencia que nos identifica como “cristianos”. Y este Signo necesita ser explicado para evitar malas interpretaciones.
Una cruz, por sí sola, es un elemento de dolor, de tortura y de muerte, es algo negativo y que se rechaza. Por eso, mucha gente (incluso quienes se consideran “de Iglesia”) no entiende y critica que tengamos siempre bien visible el crucifijo, y que hablemos tanto de llevar y soportar la cruz. Para estas personas, celebrar “la exaltación de la Santa Cruz” significaría celebrar el sufrimiento, el dolor, la sangre… como el camino para llegar hasta Dios; y, cuanto más dolor, más cerca estamos.
Sin embargo, para los cristianaos tiene otro significado, mucho más profundo. Hoy no celebramos “una cruz” por sí sola; hoy celebramos “la Santa Cruz”, es decir, la Cruz en la que Cristo murió, la Cruz con Cristo. Y la Santa Cruz tiene el significado y nos remite a algo que siempre necesitamos tener presente y que hemos escuchado en la 2ª lectura: que “Cristo, siendo de condición divina, se despojó de sí mismo, tomando la condición de esclavo, y se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz”. Humanamente sabemos que alguien nos ama de verdad cuando es capaz de hacer lo que sea, aunque le cueste esfuerzo, aunque tenga que sufrir, por nuestro bien; y entendemos que eso no es masoquismo ni ganas de sufrir, sino que quien nos ama acepta el sufrimiento por amor a nosotros, por nuestro bien. Pues Jesús nos ama hasta el extremo de aceptar la muerte de cruz, no por exaltar el dolor, sino aceptándola por amor a nosotros y por nuestra salvación.
Así nos lo ha dicho Él mismo en el Evangelio: “Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él”. No nos salva “la cruz”, sino el Crucificado. Éste es el significado del signo de la Santa Cruz: es el gran Signo del amor de Dios hacia nosotros. Y por eso la “exaltamos” la celebramos.
En la 1ª lectura hemos escuchado que “Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a alguien, éste miraba a la serpiente de bronce y salvaba la vida”. Y Jesús ha hecho referencia a esto pero refiriéndolo a su futura muerte en cruz: “Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en Él tenga vida eterna”. Por eso tenemos siempre bien visible para todos el gran Signo de la Santa Cruz, de la Cruz con Cristo, para que podamos mirarla y veamos en ella no un instrumento de sufrimiento, tortura y muerte, sino la expresión del amor infinito de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, hacia nosotros.
ACTUAR:
Del mismo modo que los signos son muy importantes y necesarios para nuestra vida ordinaria, el gran Signo que es la Santa Cruz es muy importante y necesario para nuestra fe y hay que conocer bien su significado. De hecho, en la celebración del Sacramento del Bautismo, por el que somos hechos hijos de Dios, el primer signo es la signación: el celebrante hace la señal de la cruz en la frente del catecúmeno, y lo mismo sus padres y padrinos, como “la señal de Cristo Salvador”.
Que la celebración de la Santa Cruz nos lleve a tener presente lo que hemos escuchado hoy en la Palabra de Dios, y que el amor infinito de Dios nos mueva a responder también con amor al prójimo, acogiendo la cruz no como exaltación del dolor sino como expresión de nuestro amor, con la certeza de que estamos siguiendo los pasos de Cristo y compartiremos con Él la vida eterna.