Testigos de Esperanza en el mundo

VER:
Las aplicaciones de mensajería instantánea forman parte de nuestro día a día. Resultan muy útiles para transmitir avisos, documentos, tanto a nivel particular como para el trabajo, organizaciones… Pero a menudo recibimos tantos mensajes que no nos detenemos a leerlos bien, les echamos un vistazo y pasamos al siguiente, sin apenas darnos cuenta de lo que nos están diciendo. Y, lo que es peor, lo olvidamos con mucha rapidez.
JUZGAR:
Hoy celebramos la Solemnidad de Pentecostés, el envío del Espíritu Santo, como hemos escuchado en la 1ª lectura: “Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar… se llenaron todos de Espíritu Santo”. Pentecostés cierra el tiempo Pascual y, como hemos estado diciendo ya desde el comienzo de la Cuaresma, en Pascua no sólo rememoramos algo que ocurrió hace tiempo, sino que actualizamos en nuestro ‘hoy’ lo que es y significa la Resurrección de Jesucristo.
Durante estas semanas hemos estado recibiendo muchos mensajes para ayudarnos a esta actualización, unos mensajes que también se han complementado con los que recibimos con motivo del Jubileo “Peregrinos de Esperanza”. Tantos mensajes, que corremos el peligro de pasar por ellos muy rápidamente y olvidarlos; para evitarlo, estamos celebrando Pentecostés.
Hoy también actualizamos lo que es y significa, para quienes hoy somos y formamos la Iglesia, el envío del Espíritu Santo. Pentecostés supuso entonces el inicio de la misión evangelizadora y supone hoy un nuevo impulso, especialmente para los laicos, puesto que hoy es el Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar. Y, para ayudarnos en esta actualización y nuevo impulso, hoy también recibimos un mensaje, un lema: “Testigos de Esperanza en el mundo”. Y vamos a detenernos en él, para darnos cuenta de lo que se nos dice y pide en esta Jornada:
“TESTIGOS”: El cristiano no habla ‘de oídas’, de lo que otros le cuentan, sino desde lo que ve y oye, desde su propia experiencia personal de encuentro con el Señor. Y esa experiencia de encuentro es posible gracias a la acción del Espíritu Santo en nosotros, que hemos recibido en nuestro Bautismo.
“DE ESPERANZA”: El Jubileo comenzó en la pasada Nochebuena, pero con el transcurso de los meses quizá ya no nos ‘suena’ con la misma intensidad. Pentecostés nos recuerda lo que dijo el Papa Francisco en la Bula de convocación del Jubileo, y que hemos repetido a lo largo de estos meses: «Todos esperan. En el corazón de toda persona anida la esperanza como deseo y expectativa del bien, aun ignorando lo que traerá consigo el mañana. Sin embargo, la imprevisibilidad del futuro hace surgir sentimientos a menudo contrapuestos: de la confianza al temor, de la serenidad al desaliento, de la certeza a la duda. Encontramos con frecuencia personas desanimadas, que miran el futuro con escepticismo y pesimismo» (1) Por eso, hoy se nos llama a ser ‘testigos de Esperanza’, con mayúsculas esa ‘esperanza que no defrauda’ y que tiene un Nombre y un Rostro: Jesucristo Resucitado, con quien nos hemos encontrado.
“EN EL MUNDO”. Pentecostés también nos recuerda que la fe en Cristo Resucitado no se vive de un modo intimista, ‘cerrado’, sino que la fe es misión, que por el Espíritu Santo que hemos recibido en nuestro Bautismo todos somos ‘discípulos misioneros’. Aquí encontramos lo específico de Pentecostés como Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar. Hay que estar ‘en el mundo’, que es el lugar propio donde los laicos están llamados a ofrecer su testimonio de Esperanza: los ambientes de familia, trabajo, estudio, vecindario, relaciones, grupos sociales… Ahí están presentes como sal y luz, como levadura en la masa, para que los demás puedan “oírles hablar de las grandezas de Dios en su propia lengua”.
ACTUAR:
¿Leo con atención los mensajes que recibo, o paso rápidamente por ellos? ¿Qué recuerdo de los mensajes que he recibido durante este tiempo de Pascua? ¿Soy testigo de esos mensajes?
Hoy, simbólicamente, apagaremos el Cirio Pascual, símbolo de la Luz de Cristo Resucitado; pero eso no significa pasar a otra cosa y olvidar lo que hemos estado celebrando. El Señor nos deja el Espíritu Santo, que “será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho”, para que continuemos la misión a la que Él nos envía: ser “Testigos de Esperanza en el mundo”.