Cuestiones controvertidas y discernimiento

VER:
Como ya dijimos, uno de los procesos abiertos que dejó el Papa Francisco fue el del Sínodo sobre la sinodalidad, cuyo documento final tras la segunda sesión lleva por título: “Hacia una Iglesia sinodal en misión”. Se trata de aprender a caminar juntos, como Iglesia, para anunciar el Evangelio. Y para avanzar en esta dirección, desde el principio se han realizado consultas a todos los miembros del Pueblo de Dios que han querido participar desde las parroquias, movimientos, asociaciones, entidades diocesanas… En esas consultas se han puesto de manifiesto unas ‘cuestiones controvertidas’, que hay que tener en cuenta para anunciar el Evangelio.
JUZGAR:
En el Informe de síntesis tras la primera sesión del Sínodo se indicaba: «Algunas cuestiones, como las referidas a la identidad de género y a la orientación sexual, al poner fin a la vida, a las situaciones matrimoniales difíciles, a los problemas éticos conectados a la inteligencia artificial, resultan controvertidas no sólo en la sociedad, sino también en la Iglesia, porque suscitan preguntan nuevas. Es importante tomar el tiempo necesario para esta reflexión y emplear las mejores energías, sin ceder a juicios simplistas que hieren a las personas y al cuerpo de la Iglesia». (15.g)
Esto no es nuevo en la Iglesia. En la 1ª lectura hemos escuchado la cuestión que se planteó en Antioquía: “unos que bajaron de Judea se pusieron a enseñar a los hermanos que, si no se circuncidaban conforme al uso de Moisés, no podían salvarse. Esto provocó un altercado y una violenta discusión…”. La evangelización había comenzado por los judíos pero ahora se extendía también a los paganos. Había dos posturas contrapuestas: ¿Había que ser previamente miembro del pueblo judío, por tanto ser circuncidado, para poder ser cristiano? ¿O era suficiente recibir el Bautismo, sin que importase la procedencia?
Era un tema controvertido, teológica y pastoralmente, más aún en los primeros pasos de la Iglesia y su misión evangelizadora, y creó fuertes tensiones entre los discípulos. Pero, como hemos escuchado, se resolvió desde la sinodalidad: “se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre esta controversia”. Y, tras el diálogo, “acordaron elegir a algunos de ellos para mandarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé”, con la respuesta a la controversia suscitada: “hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables: que os abstengáis de carne sacrificada a los ídolos, de sangre, de animales estrangulados y de uniones ilegítimas”.
Para tomar la decisión, no se ha votado por mayoría qué había que hacer; tampoco se ha llegado a un simple ‘consenso’ entre las partes: “hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros…”. Y ésta es la clave que debemos seguir utilizando ahora, ante las actuales cuestiones controvertidas: el discernimiento pero abiertos al “Paráclito, el Espíritu Santo que enviará el Padre en mi nombre”, como ha prometido Jesús.
Como se ha dicho en el Sínodo, «las dificultades que encontramos para traducir la visión evangélica en opciones pastorales es signo de nuestra incapacidad de vivir a la altura del Evangelio y nos recuerda que no podemos sostener a quien tiene necesidad de ayuda, si no es a través de nuestra conversión personal y comunitaria. Si utilizamos la doctrina con dureza y con actitud judicial, traicionamos el Evangelio; si practicamos una misericordia “barata”, no transmitimos el amor de Dios». (15.f) Por eso necesitamos discernir desde el Espíritu Santo porque también ha dicho Jesús que “será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho”.
Ante las cuestiones controvertidas que hoy encontramos en la misión evangelizadora, el Espíritu Santo nos sigue enseñando y recordando el camino a seguir: «Las páginas del Evangelio muestran a Jesús encontrando a las personas en lo concreto de su historia y sus situaciones. Él no parte de prejuicios ni etiquetas, sino de una auténtica relación en la que se implica por entero, exponiéndose, incluso, a la incomprensión y al rechazo. Jesús escucha siempre el grito de auxilio de quien tiene necesidad; hace gestos que transmiten amor y generan confianza; hace posible con su presencia una nueva vida; quien lo encuentra sale transformado». (15.3)
ACTUAR:
Como ya dijimos, si queremos continuar avanzando “Hacia una Iglesia sinodal en misión”, todos los que somos y formamos la Iglesia debemos implicarnos en ello. En primer lugar, porque ésa es la misión que el Señor nos ha encomendado; y en segundo lugar, porque las cuestiones controvertidas nos afectan a todos en mayor o menor grado de cercanía. Por eso, desde el discernimiento abierto al Espíritu Santo, «es importante tomar el tiempo necesario para esta reflexión y emplear las mejores energías, sin ceder a juicios simplistas que hieren a las personas y al cuerpo de la Iglesia. El comportamiento de Jesús, asimilado en la oración y en la conversión del corazón, nos indica el camino a seguir».