Un reinicio

VER:
Una persona adquirió un nuevo teléfono móvil y comenzó a comprobar los ajustes, funcionamiento de las aplicaciones, descarga de archivos… pero tras un tiempo algunas cosas empezaron a fallar y se le bloqueó. Un amigo le dijo que le hacía falta reiniciar el teléfono para que todo eso que tenía abierto ‘se pusiese en su sitio’. Así lo hizo y el teléfono funcionó correctamente. Esto que ocurre con los dispositivos electrónicos nos ocurre también a nosotros: vamos atendiendo las tareas y problemas cotidianos, pero llega un momento en que estamos muy dispersos y acabamos bloqueándonos, y necesitamos ‘reiniciarnos’ para volver a funcionar bien.
JUZGAR:
En el Evangelio hemos escuchado “la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos después de resucitar de entre los muertos”. Ellos, en los últimos tres años, han vivido muchas cosas: el encuentro con Jesús, la llamada a ser sus discípulos, el anuncio del Evangelio, los milagros y signos que Jesús ha realizado… Sobre todo, los últimos días han sido muy intensos: la pasión y muerte de Jesús con todo lo que conllevó, la sorpresa del encuentro con Jesús Resucitado… Tienen muchos frentes abiertos, por eso, no es de extrañar que, cuando intentan volver a su vida cotidiana (“Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar». Ellos contestan: «Vamos también nosotros contigo»”), estén bloqueados: “Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada”.
Les hacía falta un ‘reinicio’: la situación que hoy hemos escuchado en el Evangelio de Juan es muy similar a la que se produjo cuando Jesús les llamó por primera vez a ser ‘pescadores de hombres’ y que recogen los Sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas). Es este reinicio el que les permite reconocer a Jesús Resucitado: “Es el Señor”, hasta el punto de que “ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor”.
Y este reinicio es el que les hará reemprender su vida pero ya no como antes, como una simple vuelta a lo de siempre, sino ahora como apóstoles, como testigos de Cristo Resucitado.
Como hemos dicho, nosotros necesitamos de vez en cuando un ‘reinicio’, también en lo referente a nuestra fe. Por una parte, la mayoría llevamos muchos años como cristianos; por otra parte, además, hemos vivido la Semana Santa con todo lo que conlleva. Pero estamos ya en el tercer domingo de Pascua, hemos vuelto a nuestras tareas cotidianas y quizá la celebración de la Resurrección de Jesús empieza a quedar como algo pasado, y que seguimos igual que antes, quizá incluso nos sentimos ‘bloqueados’ porque no experimentamos ningún avance significativo.
Por eso hoy se nos llama a que hagamos un reinicio. La Pascua debería ser el tiempo verdaderamente ‘fuerte’ para nosotros, más que la Cuaresma, porque el tiempo Pascual es el tiempo propicio para hacer un reinicio espiritual, para ‘re-cordar’, para volver a pasar por el corazón, nuestros primeros pasos en la fe, las personas, las celebraciones, lecturas, experiencias comunitarias, que fueron significativas para nosotros y que nos llevaron a seguir al Señor.
La Pascua también es el tiempo propicio para hacer un reinicio respecto a la Eucaristía, que quizá se nos ha vuelto demasiado rutinaria, para vivirla como un verdadero encuentro con el Resucitado. Como “aquel discípulo a quien Jesús amaba” necesitamos redescubrir que “es el Señor” quien está presente; como “Simón Pedro”, cada domingo debemos ‘echarnos al agua’, venir con ganas a su encuentro; y no como espectadores pasivos, sino ‘arrastrando la red’, participando de forma activa. Y, sobre todo, necesitamos la experiencia de que es el mismo Jesús quien, a cada uno, “se acerca, toma, el pan y se lo da”.
ACTUAR:
¿En qué aspectos de mi vida me siento bloqueado? ¿Creo que necesito un reinicio, también en mi vida de fe? ¿Qué me ha quedado de la Semana Santa? ¿Cómo vivo la Eucaristía dominical?
En un dispositivo electrónico, hacer un reinicio supone volver a cargar el sistema operativo, es decir, lo básico que permite que todo los demás programas funcionen. Hagamos también nosotros un reinicio de nuestra vida de fe para desbloquearla y que todas las demás dimensiones de nuestra vida funcionen correctamente, y así también podamos llevar adelante nuestras tareas cotidianas pero ahora como ‘apóstoles’, como testigos creíbles de que verdaderamente Jesús ha resucitado.