¿Real o artificial?

VER:
Una de las posibilidades de los sistemas de inteligencia artificial es la de generar imágenes: el usuario introduce un texto con una descripción detallada y se transforman en una imagen que refleja todos los detalles deseados. Como en ocasiones el resultado es muy realista y se hace difícil saber si esa imagen es real o artificial, han surgido también herramientas informáticas que, a partir de las características de una imagen, permiten detectar si ha sido generada artificialmente.
JUZGAR:
El Evangelio del segundo domingo de Pascua nos presenta el encuentro de los Discípulos con Jesús Resucitado: “estaban en una casa, con las puertas cerradas. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros». Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Pero Tomás, uno de los Doce, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor»”.
Siguiendo el ejemplo del Ver, los Discípulos están mostrando a Tomás ‘una imagen’: Jesús ha resucitado. Una imagen que tiene detalles específicos: “Les enseñó las manos y el costado”. Pero esto no es suficiente para Tomás: él piensa que es una imagen ‘artificial’, una alucinación generada por ellos mismos, debido a su añoranza del Señor, y por el trauma que ha supuesto su muerte en la Cruz… y por eso Tomás necesita verificar que esa imagen es real. “Él les contestó: «si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo»”.
El apóstol Tomás siempre nos ha resultado muy cercano porque eso de ‘si no lo veo, no lo creo’ lo comprendemos perfectamente, más aún en lo referente a la fe: hay un peligro cierto de dejarnos llevar por fantasías, ilusiones, alucinaciones… que toman la forma del Señor, la Virgen, Santos…
Por eso, en los tiempos actuales, en los que además se desdibuja fácilmente la frontera entre lo real y lo artificial, la actitud de Tomás debe ayudarnos a que nuestro testimonio, la imagen que ofrecemos de Jesús Resucitado sea ‘real’, y no una imagen artificial, generada por nosotros mismos, por nuestras proyecciones psicológicas, miedos o intereses. Para eso, debemos utilizar unas ‘herramientas’ que lo verifiquen, y la Palabra de Dios nos ha mostrado algunas:
La 1ª lectura nos decía que “por mano de los apóstoles se realizaban muchos signos y prodigios en medio del pueblo”. Un modo de verificación de que realmente creemos que Jesús ha resucitado es nuestro estilo de vida: los ‘signos y prodigios’ no son cosas espectaculares, sino un modo de estar y de compartir la misma vida de todos pero con la esperanza que nos da Cristo, como celebramos en este Jubileo.
La 2ª lectura nos ha mostrado a Juan “desterrado en la isla llamada Patmos a causa de la Palabra de Dios y del testimonio de Jesús”. El estilo de vida cristiano no es ‘cómodo’, supone ir contracorriente y, a menudo, aceptar ser ‘desterrado’ por quienes nos rodean y no aceptan nuestro testimonio de fe.
Y el Evangelio nos ha ofrecido la ‘herramienta principal’ de verificación, de la que se derivan las anteriores: Jesús “sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo»”. Ser cristiano es dejarse guiar por el Espíritu Santo que recibimos en nuestro Bautismo. Él es quien marca la diferencia entre una fe ‘aprendida’, intelectual (conceptos, mandamientos, normas morales…) y que necesita pruebas tangibles, a una fe ‘vivida’, experiencial, que lleva a un encuentro personal con el Señor Resucitado, como lo tuvo Tomás y le llevó a exclamar: “¡Señor mío y Dios mío!”, sin necesidad ya de ‘ver y tocar’, un encuentro tan real que nos hace creíbles cuando decimos: “Hemos visto al Señor”.
ACTUAR:
¿Alguna vez he dudado si una imagen era real o artificial? ¿Sé cómo verificarlo? ¿Descubro imágenes ‘artificiales’ de Jesús Resucitado, sé detectarlas? ¿Qué imagen muestro yo? ¿Mi estilo de vida favorece o impide que mi testimonio resulte creíble? ¿Me dejo guiar por el Espíritu Santo?
Del mismo modo que en la vida real se nos advierte que no nos dejemos engañar por imágenes artificiales, también en la fe hemos de estar atentos a esas imágenes de Jesús Resucitado que pueden ser muy llamativas pero que no son reales. Para detectarlas, siguiendo también el ejemplo de Tomás, es necesario vivir la fe de forma comunitaria, como ‘iglesia’, porque “donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18, 20). Entonces nuestro estilo de vida será real, coherente con la fe que profesamos, y resultaremos creíbles a afirmar: “Hemos visto al Señor”.