Ya está todo escrito

VER:
A la hora de preparar alguna acción o reflexión, ya sea en la parroquia o a nivel diocesano, pensamos cómo enfocarlo, cuáles son los puntos principales a abordar, qué iniciativas realizar, dónde buscar documentación… A veces da la impresión de que cada vez que organizamos algo comenzamos de cero, desde una ‘tabla rasa’. Pero una persona que estaba en un equipo de trabajo dijo en una ocasión una frase que considero muy acertada: ‘No tenemos que inventar nada, ya está todo escrito. Lo que tenemos que hacer es llevarlo a la práctica’.
JUZGAR:
Acabamos de iniciar la Cuaresma, el tiempo de gracia que la propia Iglesia nos ofrece para prepararos a la celebración y actualización del núcleo de nuestra fe: la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor. Y un año más recibimos la llamada a la conversión, a volvernos más hacia Dios. Y nos ponemos a pensar cómo vamos a vivirla, qué propósitos nos marcamos y cómo los vamos a desarrollar… Y también podemos tener la impresión de empezar desde cero, y que tenemos que buscar nuevos modos, nuevos compromisos… pero no es así.
En este primer Domingo de Cuaresma se nos recuerda que lo que tenemos que hacer ‘ya está todo escrito’, y así nos lo ha mostrado el propio Jesús en el Evangelio. Ante cada tentación, su respuesta comenzaba siempre del mismo modo: “Está escrito…”
Por eso, al iniciar la Cuaresma, hemos de plantearnos la pregunta con que empezaba la 2ª lectura: “¿Qué dice la Escritura?” Porque lo que tenemos que hacer para avanzar en nuestra conversión ya “está escrito”. Y, como seguía diciendo la lectura, no tenemos que buscar mucho ni es difícil descubrirlo, porque “la Palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón”.
Y el primer paso nos lo ha indicado la 1ª lectura: “El sacerdote tomará de tu mano la cesta con las primicias… y la pondrá ante el altar del Señor… Entonces dirás: Mi padre fue un arameo errante… Los egipcios nos maltrataron… clamamos al Señor… el Señor escuchó nuestros gritos, miró nuestra indefensión, nuestra angustia… nos sacó de Egipto… y nos trajo a este lugar…” La Cuaresma es el tiempo de gracia para poner nuestra vida ante el Señor y revisarla a la luz de su Palabra. En esto consiste la “Revisión de Vida”, el instrumento propio de la Acción Católica: Ver – Juzgar – Actuar. Partimos de la vida, nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios, y volvemos a la vida de un modo más fiel al Evangelio. En Cuaresma re-cordamos (volvemos a pasar por el corazón) el camino que hemos ido recorriendo hasta el día de hoy, para tener más presente cómo el Señor se ha ido manifestando en ese camino.
Y el segundo paso nos lo ha indicado Jesús en el Evangelio. Él cita textualmente algunos pasajes de la Escritura: “No sólo de pan vive el hombre” está en Deuteronomio 8, 3; “Al Señor, tu Dios, adorarás y a Él solo darás culto” está en Deuteronomio 6, 13; y “No tentarás al Señor, tu Dios”, está en Deuteronomio 6, 16. Jesús sólo repite el texto, no indica la referencia de la cita, y ese texto de la Escritura es el que guía y marca su actuar. La Cuaresma es un tiempo de gracia para acercarnos más a la Palabra de Dios, no para tener un conocimiento intelectual, exegético, sino experiencial y vivencial, que tengamos presente en nuestra vida lo que dice la Escritura y nos guiemos por esa Palabra, aunque no sepamos la cita concreta, porque el objetivo es lo que ha dicho san Pablo: “si profesas con tus labios que Jesús es el Señor, y crees con tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo”.
ACTUAR:
¿He estado pensando qué voy a hacer en Cuaresma, y cómo lo voy a hacer…? ¿Pongo mi vida ante Dios? ¿Me he planteado qué dice la Escritura? ¿Qué textos bíblicos aplico a mi vida concreta?
Para vivir la Cuaresma, ‘ya está todo escrito’. Dejémonos guiar por la Escritura y revisemos nuestra vida, ‘re-cordemos’ en qué momentos hemos ido errantes, sin rumbo… Qué o quiénes nos han oprimido, cuándo hemos sufrido indefensión y angustia… Cómo nos ha sacado el Señor de circunstancias difíciles… En qué situación nos encontramos hoy… Y que la Palabra de Dios nos dé fuerza, como iluminó a Jesús, para rechazar cualquier tipo de tentación y volver a nuestra vida de un modo más fiel al Señor, como verdaderos “Peregrinos de esperanza”, que profesan con los labios y creen con el corazón que, como dice la Escritura: “Nadie que crea en él quedará confundido”.