La red social de Dios

VER:
Desde hace unos años hemos asistido al auge de las redes sociales. Hay muchas redes sociales, más o menos conocidas: la mayoría requieren registrarse como usuario, las hay abiertas a todo tipo de personas, otras están restringidas a un sector específico… A veces se utilizan simplemente para temas informativos o laborales, pero la mayoría se han convertido en un escaparate en donde cada usuario muestra su vida e incluso su intimidad, a menudo de un modo idealizado. Se ofrece una imagen de felicidad, belleza, esplendidez, superioridad… y se oculta todo aquello que se pueda considerar menos atrayente, o vulgar, pero que forma también parte de la realidad de las personas.
JUZGAR:
En realidad, las ‘redes sociales’ han existido siempre, en diferentes formas, puesto que el ser humano es un ser social y necesita relacionarse con otros. Por eso, Dios también quiso crear su propia ‘Red social’, llamada ‘Reino de Dios’. La Red social de Dios tuvo unos comienzos modestos: un solo usuario, Abraham, que respondió a la invitación de Dios: “Sal de tu tierra… Haré de ti una gran nación”. Poco a poco, los descendientes de Abraham y sus familias se fueron incorporando a esta Red; y, más tarde, Dios indicó a Moisés las Normas de su Red social, los Diez Mandamientos. Y durante mucho tiempo, el acceso a esta Red estaba restringido al pueblo de Israel, no estaba ‘abierta’ a los gentiles, y quien quisiera formar parte de ella tenía que “registrarse” como miembro de este pueblo, mediante la circuncisión.
Hubo periodos en los que la Red social de Dios decayó: los usuarios lo eran sólo nominalmente, se limitaban a ‘estar registrados’ pero poco más. Aparentaban su culto y costumbres, pero no actuaban como correspondía a las Normas de esta Red, y además se sentían atraídos por las ‘redes sociales’ de los otros pueblos, menos exigentes. Pero Dios no los expulsó de su Red, sino que, por medio de los profetas, les envió recordatorios de lo que significaba y suponía formar parte de la Red social de Dios, aunque a menudo estos recordatorios eran rechazados y se ‘bloqueaba’ a los profetas, a menudo matándolos.
Con el paso del tiempo, dentro de la Red social de Dios se formó un grupo que se consideraban a sí mismos como los únicos y verdaderos cumplidores de las Normas: los fariseos, escribas y sacerdotes, que mostraban una imagen aparente de perfección y santidad, y despreciaban al resto de usuarios que, según ellos, no cumplían con exactitud todas las Normas, e incluso a veces los expulsaban.
Pero Dios decidió relanzar su Red social, y para ello envió a su Hijo, Jesús, que como hemos escuchado, se sirvió de unos pescadores y sus redes para actualizar y ampliar la Red ‘Reino de Dios’ más allá del pueblo de Israel, abriéndola a toda persona que quiera formar parte de ella.
Y, como hemos escuchado hoy en la Palabra de Dios, en la Red social del Reino de Dios no cabe aparentar delante de los otros una imagen falseada de uno mismo. El requisito principal para formar parte de esta Red es acoger esta posibilidad con humildad y agradecimiento, sin ocultar la propia realidad, incluyendo el pecado: “Yo, hombre de labios impuros…” (1ª lectura); “Yo soy el menor de los apóstoles y no soy digno de ser llamado apóstol…” (2ª lectura); “Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador…” (Evangelio)
En la Red social del Reino de Dios lo que cuenta tampoco es una inscripción meramente formal pero pasiva, sino la respuesta efectiva que damos a Dios, siendo miembros activos en la misma: “Aquí estoy, mándame” (1ª lectura); “He trabajado más que todos ellos”. (2ª lectura); “Dejándolo todo, lo siguieron” (Evangelio).
Y hoy se nos recuerda un modo de llevar a la práctica lo que significa ser miembros de la Red social de Dios. Manos Unidas celebra su Campaña anual, con el lema: “Compartir es nuestra mayor riqueza”. Y nos recuerda que, en un mundo interrelacionado como el nuestro, la prosperidad de todos también está entrelazada, y por eso debemos trabajar en red, uniendo nuestras manos desde aquí y con las comunidades de los países empobrecidos, para que erradicar el hambre en el mundo desde la Red social de Dios.
ACTUAR:
¿Formo parte de alguna red social? ¿Ofrezco en ella una imagen idealizada de mí mismo y de mi vida? ¿Me siento miembro de la Red del Reino de Dios, con humildad y agradecimiento? ¿Me considero “mejor” que otros miembros de la Iglesia, o mejor que quienes no forman parte de ella? ¿Soy un miembro activo o me limito a observar lo que otros hacen sin comprometerme de verdad?
Dios sigue queriendo ampliar su Red social, y cuenta con nosotros, los actuales usuarios de la misma. Quizá con el paso del tiempo nos ocurre como a Pedro: “Hemos estado bregando y no hemos recogido nada”, y hemos caído en la rutina y el desencanto pero Jesús nos vuelve a decir: “echad vuestras redes...” Que, fiados en su palabra, seamos miembros activos, “pescadores de hombres” y “Peregrinos de esperanza”, para que cada vez más personas puedan incorporarse a la Red Social del Reino de Dios.