Aquí tenéis la señal

VER:
A veces organizamos alguna actividad en una casa de espiritualidad que queda algo apartada de la autovía. Para llegar a ella hay una sucesión de rotondas que pueden generar confusión, por lo que siempre avisamos: ‘Hay una señal indicadora’. A pesar de los dispositivos electrónicos y sistemas de navegación, siempre es mejor ver con tus propios ojos la señal que te indica el camino correcto.
JUZGAR:
Hoy es Nochebuena/Navidad. Para la mayoría de personas, estas palabras significan poco o nada. Quienes por cualquier motivo están sufriendo circunstancias dolorosas no encuentran sentido a tanto adorno, tanta felicitación y tanta alegría ‘porque sí’. Para otros son simplemente unas fiestas ‘bonitas’, en un sentido puramente estético: se ponen los adornos y luces que este año están de moda para decorar la casa con ‘ambiente navideño’. Otros sólo ven el aspecto sensiblero de los ‘buenos sentimientos’, campañas solidarias, encuentros familiares… Y para muchos otros, son unos días de vacaciones, viajes y regalos, en medio de un consumismo desaforado.
Por eso, quienes hoy nos hemos reunido aquí, necesitamos celebrar la Navidad en su sentido cristiano, más aún teniendo en cuenta que hoy/anoche se ha inaugurado el Jubileo 2025, con el rito de Apertura de la Puerta Santa, un Jubileo que tiene por lema “Peregrinos de Esperanza”.
Hemos recorrido el camino del Adviento, guiándonos por la Palabra de Dios, que nos ha ido orientando hasta esta noche/este día. Pero, para ser verdaderos “Peregrinos de Esperanza”, nos hace falta llegar a nuestro destino, que es el encuentro personal con el Hijo de Dios que ha nacido, para que no se quede todo en una celebración ‘exterior’ sino en una verdadera experiencia de fe.
Para ello, hoy debemos identificarnos con los pastores y el anuncio que recibieron, como hemos escuchado en el Evangelio de Medianoche: “Hoy os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. Para que se produzca el encuentro con el Dios hecho hombre, el primer paso necesario es el anuncio, pero no es suficiente: necesitamos ver por nosotros mismos ‘la señal’ que nos indica su presencia.
La Navidad que acabamos de iniciar es una llamada a descubrir las señales que nos orientan hacia el encuentro con Dios. A veces nos quejamos de que ‘no vemos’ esas señales, pero quizá es que esperamos algo fulgurante, espectacular… mientras que ‘la señal’ de Dios es algo mucho más sencillo y cotidiano, como “un niño envuelto en pañales”. No es que Dios no nos envíe señales, es que nosotros no sabemos ‘ver’, sólo miramos lo superficial, sólo nos fijamos en lo llamativo y, por tanto, las señales de Dios nos pasan desapercibidas y no llegamos al encuentro personal con Él.
Pero, si aprendemos a ‘ver’ la señal de Dios, viviremos lo que dice san Juan en el Evangelio del día: “A cuantos lo recibieron, les dio poder para ser hijos de Dios, los que creen en su nombre”. La Navidad es una nueva oportunidad para ver por nosotros mismos la presencia del Dios hecho hombre, ‘recibirle’ en nuestra vida y así, por Él, sabernos y vivir también nosotros como verdaderos hijos de Dios. Ésta es la fuente de la que mana nuestra esperanza, y que estamos llamados a anunciar a otros en este Jubileo, sobre todo a quienes más lo necesitan, como “Peregrinos de Esperanza”.
ACTUAR:
Ser “Peregrinos de Esperanza” requiere aprender a descubrir las señales simples y sencillas que Dios pone en nuestro camino, pero que indican su presencia verdadera como “Dios-con-nosotros”, en este mundo tan complejo y en el que tantas personas, por muchas razones, están inmersas en una gran desesperanza.
“Aquí tenéis la señal”, se nos dice hoy a nosotros. “En muchas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas. En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo” (2ª lectura del día). Jesús es la gran Señal de Dios. Acojamos hoy a este Niño, escuchemos su Palabra, cuidémosle con la oración, la Eucaristía, la formación, la reconciliación… para vivir también nosotros como hijos de Dios, verdaderos “Peregrinos de Esperanza” que de palabra y obra anuncian: “Aquí tenéis la señal”, siendo levadura de la esperanza que no defrauda, porque está fundada en el Dios que, por amor a nosotros, ha nacido como “un niño envuelto en pañales” para traernos la salvación.