“Proconear” con Dios

VER:
En un capítulo de la serie de televisión «Caso abierto», uno de los personajes agradecía a su padre que le hubiera enseñado a ‘proconear’, es decir, a que, antes de tomar una decisión, hiciera una lista de los ‘pros’ y los ‘contras’ que conllevaba tomar esa decisión. Nosotros, ante alguna decisión importante, habitualmente solemos ‘proconear’, pensamos los argumentos a favor y las razones contrarias para tomarla; pero en situaciones más cotidianas no solemos detenernos a reflexionar y decidimos de un modo más impulsivo, sin pensar en las consecuencias.
JUZGAR:
Este domingo la Palabra de Dios nos invita a ‘proconear’, y sobre un tema muy serio: seguir de verdad al Señor, con todo lo que eso conlleva, o no seguirlo. En la 1ª lectura, “Josué reunió todas las tribus de Israel y dijo a todo el pueblo: Si os resulta duro servir al Señor, elegid hoy a quién queréis servir: si a los dioses a los que sirvieron vuestros padres… o a los dioses de los amorreos”. Tras la muerte de Moisés, Josué ha guiado al pueblo de Israel en su llegada a la Tierra Prometida. Allí hay establecidos otros pueblos con sus propios dioses, cuyo culto es incompatible con servir al Señor. Los israelitas deben tomar una decisión, y ‘proconean’: es cierto que el culto a los otros dioses es menos exigente que la Ley del Señor y, además, adoptar ese culto les permitiría integrarse en el territorio al que han llegado; pero en su ‘proconear’ se dan cuenta de que “el Señor nuestro Dios es quien nos sacó de Egipto, de la esclavitud; y quien hizo aquellos grandes prodigios y nos guardó en todo nuestro peregrinar y entre todos los pueblos…”. Y acaban tomando su decisión: “También nosotros serviremos al Señor, ¡porque Él es nuestro Dios!”.
En el Evangelio, Jesús también invita a sus discípulos a ‘proconear’. Como hemos escuchado estos últimos domingos, Jesús les ha hablado de sí mismo como el Pan de Vida y “muchos de los discípulos dijeron: Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?”. Se dan cuenta de que seguir a Jesús conlleva un cambio radical y, por eso, “desde entonces, muchos discípulos se echaron atrás y no volvieron a ir con Él”. Dejan la ‘novedad’ de Jesús para volver a la seguridad de la Ley y a sus antiguas tradiciones.
Los Doce, que han sido llamados personalmente por Jesús a seguirle, también deben tomar una decisión; por eso Jesús les invita a ‘proconear’: “¿También vosotros queréis marcharos?”.
Igual que cuando Jesús les llamó, ahora han de responder también libremente, pero conscientes de todas las consecuencias. Han descubierto que no es fácil seguir a Jesús, que hay muchas cosas que no entienden, que hay que estar dispuesto a ‘cargar con la cruz cada día’ e incluso ‘perder la vida por Él’ (Lc 9, 23-24). Pero en ese ‘proconear’, Pedro indica la razón fundamental para seguir a Jesús: “Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna”. Es cierto que las palabras de Jesús son duras y exigentes, pero también son palabras que nos dirige “el Santo de Dios”, y por eso, ya desde ahora, abren a la eternidad a quienes las acogen con fe. Por eso, merece la pena decidir seguirle.
ACTUAR:
Muchos llevamos años ‘siguiendo’ al Señor: oramos, participamos en la Eucaristía, recibimos el Sacramento del Perdón, quizá participamos en un Equipo de Vida, quizá desempeñamos algún compromiso evangelizador… pero sin haberlo reflexionado bien. Hoy el Señor nos pide que, con total libertad, renovemos nuestra decisión de seguirle, y para eso nos invita a ‘proconear’ con Él.
Quizá nuestro ser cristianos ‘choca’ con nuestro entorno, como ocurrió al pueblo de Israel, y sentimos que sería más fácil adaptarnos a las corrientes de pensamiento actuales.
Quizá pensamos, como esos discípulos, que el modo de hablar de Jesús es duro, que es demasiado exigente, y preferiríamos la ‘seguridad’ de unas prácticas religiosas que tranquilicen nuestra conciencia pero que no supongan grandes cambios en nuestra vida y nuestros esquemas.
Pero también hemos de ‘re-cordar’, volver a pasar por el corazón, todo lo que el Señor ha obrado en nuestra vida, en luces y sombras, y que nos ha permitido llegar hasta aquí, hasta el día de hoy.
Y también hemos de tener presente la Palabra que el Señor nos dirige, cómo nos ha iluminado y afectado, en qué momentos nos ha dado ‘vida’ y cómo nos ha abierto el horizonte de Dios.
Ojalá, al ‘proconear’ con el Señor, también podamos responder, como Pedro: “Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios”.