Primer Anuncio “de tú a tú”

VER:
En un concurso de televisión plantearon a un concursante, que había demostrado sus conocimientos en varios temas, una pregunta sobre la religión cristiana. La pregunta fue sobre algo bastante básico, pero el concursante falló la respuesta. Sabemos que hay un gran desconocimiento de la fe cristiana. Por eso, desde hace unos años, se insiste en la necesidad de realizar un Primer Anuncio del Evangelio, dirigido no sólo a los que no conocen a Jesucristo o se han alejado de Él, sino también a quienes ya profesan la fe cristiana pero necesitan revitalizarla.
En este sentido, el pasado mes de febrero se celebró un Encuentro Nacional de Laicos sobre Primer Anuncio, cuya primera parte fue «El primer anuncio en la vida cotidiana: la importancia del ‘tú a tú’», con el fin de ofrecer orientaciones para realizar el Primer Anuncio en los ámbitos en los que se desarrolla nuestra vida cotidiana, sobre todo en los encuentros personales con alguien con quien podemos compartir nuestra experiencia de fe.
JUZGAR:
Hoy estamos celebrando a san Vicente Ferrer, que destacó, precisamente, como predicador del Evangelio. Él, en su época, llevó a cabo una obra de evangelización tan grande como la que ahora necesitamos, en un momento de incertidumbre, de pérdida de principios, de relativismo y de relajación de las costumbres.
San Vicente Ferrer reúne en su persona algunos de los rasgos del perfil del evangelizador. Por eso, puede constituir para nosotros un punto de referencia para continuar la misión que él llevó a cabo, y a la que tanto nos está urgiendo el Señor: realizar el Primer Anuncio, sobre todo, ‘de tú a tú’.
San Vicente Ferrer fue una persona abierta, realista, interesado por las cuestiones sociales. No fue un intelectual ni un teólogo encerrado en sus libros. Nosotros, para realizar el Primer Anuncio, también debemos ser personas abiertas, salir de nuestros círculos, y sentir interés por «los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de las personas de nuestro tiempo» (GS 1), como nos pide el Concilio.
A san Vicente Ferrer, como a san Pablo, el amor de Cristo le apremiaba y, por eso, no podía dejar de evangelizar por todas partes. También nosotros necesitamos tener experiencia del amor del Señor, porque sin esta vivencia interior y profunda, la fe no puede exteriorizarse.
San Vicente Ferrer sabía discernir lo que constituye el corazón del Evangelio: el amor misericordioso de Dios manifestado en Cristo, su Hijo. El contenido de nuestro Primer Anuncio es el kerigma: Dios te ama, Cristo ha muerto y resucitado por ti, tiene una propuesta de vida que ofrecerte y camina a tu lado.
Otro de los rasgos de san Vicente Ferrer es la forma de presentar el mensaje, para que el oyente sintiera que ese anuncio iba dirigido a él, personalmente. Nosotros, en el Primer Anuncio, no nos limitamos a transmitir unos contenidos o ideas, sino que ofrecemos al otro una propuesta que Dios mismo le hace para dar sentido a su vida, a su realidad, a lo que le ocupa y preocupa.
San Vicente sabía ponerse al nivel de su auditorio, empleando un lenguaje sencillo y numerosos ejemplos de la vida cotidiana, para que su predicación calase entre sus oyentes. Nosotros, en el ‘tú a tú’, también debemos ponernos al nivel del otro, para que el Anuncio le resulte comprensible.
Y san Vicente Ferrer tenía una característica poco conocida: el buen humor. A pesar de vivir en unos tiempos de angustia, no fue un hombre angustiado, sino animoso y confiado. Al realizar el Primer Anuncio, el otro no ha de vernos como «pesimistas quejosos y desencantados con cara de vinagre» (EG 85); al contrario, se ha de notar la alegría del Evangelio, porque «tenemos un tesoro de vida y amo». (EG 265)
ACTUAR:
San Vicente Ferrer llevó el Evangelio a un mundo en crisis, violento, individualista, supersticioso y falto de valores, como el nuestro, para ofrecer una guía en medio de la desorientación general.
Hoy son muchas las personas en crisis, desorientadas. Y quizá alguna de ellas, en un momento dado, nos pregunte acerca de nuestra fe. Que san Vicente Ferrer nos sirva de ejemplo para poder llevar a cabo el Primer Anuncio ‘de tú a tú’, de forma cercana y comprensible, para que otros puedan conocer el amor de Dios manifestado en Jesucristo, y encuentren sentido a su vida.