Navidad desapercibida

VER:
Esta mañana/ayer decíamos que el cuarto domingo de Adviento ha pasado casi desapercibido porque estamos absorbidos por todos los elementos externos con los que hemos rodeado la Navidad, hasta prácticamente ocultar la dimensión cristiana, que pasa prácticamente desapercibida: por una parte, las compras y regalos, adornos, luces de colores en los balcones, gorros de papá noel, cuernos de reno… Por otra parte, se ha sobredimensionado el aspecto familiar de la Navidad, hasta el punto de que todo se supedita a las reuniones, comidas y cenas familiares… Además, con la ‘excusa’ de estas reuniones y ‘para la comodidad de los fieles’, muchos párrocos han suprimido la Misa del Gallo, a media noche, con lo que se pierde el testimonio de fe que supone salir en la noche a celebrar el nacimiento del Hijo de Dios, y que es el anticipo del testimonio de fe que supondrá, más adelante, salir en la noche a celebrar la Resurrección de Cristo en la Vigilia Pascual.
JUZGAR:
Pero, aunque la mayoría de personas no tenga en cuenta la dimensión cristiana, esta noche/hoy nosotros celebramos la verdadera Navidad. Una Navidad que no necesita compras, regalos, adornos, comidas familiares… Quien pueda tener todo eso, que le dé gracias a Dios y lo disfrute, pero quien no lo pueda tener, también y con más motivo puede celebrar la Navidad, porque la auténtica Navidad es otra cosa, tan sencilla y ‘normal’, que por eso nos puede pasar desapercibida.
Los protagonistas de la Navidad son, como escuchamos en el Evangelio de la Vigilia, una pareja de novios, como tantos otros; que viven una situación bastante común: “antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo”, como a muchas parejas les ocurre; que se enfrentan a una posible ruptura, como tantas parejas: “José… decidió repudiarla en privado”; pero que siguen con la relación: “José… acogió a su mujer”. Una pareja como tantas otras, y que por eso pasa y nos pasa totalmente desapercibida.
En el Evangelio de media noche hemos seguido con la historia de esta pareja; aunque ella está a punto de dar a luz, han de hacer un viaje para cumplir un requisito legal: “un decreto del emperador Augusto, ordenando que se empadronase todo el Imperio. Y todos iban a empadronarse, cada cual a su ciudad”. Nada fuera de lo común, algo que afectaba a muchas personas que también se tienen que desplazar.
Tampoco fue algo especialmente llamativo el hecho de que, “mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto y dio a luz a su hijo… y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada”. Es una de tantas circunstancias penosas y lamentables que a diario viven en silencio las personas que nos rodean y que a la mayoría nos pasan totalmente desapercibidas o apenas nos llaman la atención.
Pero el hecho de que la primera Navidad fuera algo tan ‘normal’, tan cotidiano, y que pasara tan desapercibida, no le quita nada de la grandeza extraordinaria que encierra: porque, como dijo el ángel a José, “la criatura que hay en María viene del Espíritu Santo y Él salvará a su pueblo de sus pecados”.
Por eso, la Navidad no pasó totalmente desapercibida (Evangelio media noche y aurora): “unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño”, gente pobre, alejados de sus familias… son los que se enteran de la Buena Noticia: “hoy os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor”. Y no tienen pereza en dejar sus cosas y salir en mitad de la noche para encontrar algo que pasa tan desapercibido como es “un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. Y lo encontraron y adoraron. Porque, aunque haya pasado desapercibido, lo más grande ha ocurrido: “Se ha manifestado la gracia de Dios que trae la salvación para todos” (2ª lectura medianoche). Esto es la auténtica Navidad, esto es lo que estamos celebrando.
ACTUAR:
¿Me está pasando desapercibida la dimensión cristiana de la Navidad? ¿He podido o querido participar en la Misa del Gallo? ¿Entiendo la grandeza extraordinaria que encierra la auténtica Navidad? ¿Descubro la presencia de Dios en los hechos que suelen pasar desapercibidos?
Ya que la dimensión cristiana de la Navidad pasa desapercibida para la gran mayoría, hoy sintámonos como los pastores, y vivamos este encuentro con el Dios Amor, cuya infinitud se ha manifestado en lo más Pequeño, “un Niño envuelto en pañales”. Y después volvamos a nuestros quehaceres pero ‘dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que hemos oído y visto, conforme se nos había dicho’, para que se nos note que sí hemos celebrado la auténtica Navidad.