¿Qué significa?

VER:
Hoy es un día festivo en toda España, la Inmaculada Concepción de la Virgen María, pero para la gran mayoría de la gente, ese nombre y la fiesta religiosa no significan nada. Hoy es sólo un festivo que ayuda a crear el ‘puente de la Constitución’, como comúnmente se denominan estos días de vacaciones, obviando completamente la referencia a la Inmaculada. Y también muchos católicos no sabrían qué significa esta fiesta: han aceptado este dogma de fe, pero sin profundizar en él.
JUZGAR:
La Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María la celebramos en el tiempo de Adviento, durante el cual nos estamos preparando para celebrar la Navidad, el nacimiento del Hijo de Dios hecho hombre, por nosotros y por nuestra salvación. El Adviento es la primera etapa de cada año litúrgico, y nos ayuda a profundizar en el plan de salvación de Dios.
En Adviento, guiados por la Palabra de Dios, vamos descubriendo la relación entre el tiempo de la promesas de Dios, recogido en el Antiguo Testamento, y el tiempo del cumplimiento de las mismas en su Hijo hecho hombre, un cumplimiento cuyo comienzo está recogido en el Nuevo Testamento y que va desarrollándose a lo largo de la historia hasta la consumación de los tiempos.
La celebración de la Inmaculada Concepción, por tanto, tiene un significado profundo para nosotros: es la actualización de la propuesta de salvación que Dios ha hecho a la humanidad, y esto lo vemos reflejado en la pregunta que hemos escuchado en el relato de la 1ª lectura: “¿Dónde estás?”.
Dios sigue preguntando a la humanidad, representada por la figura de Adán, y a cada uno en particular: “¿Dónde estás?”. Dios nos invita a pararnos y pensar en qué momento nos encontramos, a qué punto hemos llegado como sociedad, a dónde nos han traído nuestras decisiones y acciones.
También podemos hacer nuestra la respuesta de Adán: “Me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí”. La conciencia de nuestra situación actual, tanto personal como social, puede provocarnos miedo; nos sentimos ‘desnudos’, indefensos ante la realidad… Y, a pesar de todo esto, nos ‘escondemos’ de Dios, vivimos prescindiendo de Él, en lugar de abrirnos a Él.
Pero, a pesar de eso, Dios mantiene su propuesta de salvación, como decía san Pablo en la 2ª lectura: “Él nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo… Él nos ha destinado, por medio de Jesucristo, a ser sus hijos”. La promesa de salvación que Dios ha mantenido desde antiguo se cumple en Cristo.
Y, para que sepamos cómo acoger a Cristo y empezar a vivir ese cumplimiento, Dios nos ofrece a María en su Inmaculada Concepción. Desde el primer instante de su vida, Ella fue preservada de toda mancha de pecado para que llegara a ser la Madre de Cristo. Podríamos pensar que éste privilegio la ‘inmunizó’ contra el pecado, pero, como nosotros, María en todo momento mantuvo su libertad y su capacidad de decisión, y las utilizó para mantener esa limpieza inicial.
Por eso, en el Evangelio que hemos escuchado, María nos muestra la actitud del creyente ante la propuesta de Dios: aunque “se turbó grandemente“ ante las palabras del ángel y con un lógico temor, no se siente indefensa, en lugar de ‘esconderse’ de Dios, María pregunta: “¿Cómo será eso…?” se abre al Misterio de Dios: “hágase en mí según tu palabra”. Y comenzó a vivir el cumplimiento de la promesa.
Éste es el significado de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María: que, aunque nosotros no somos ‘inmaculados’ sino pecadores, podemos aprender de María a abrirnos al Misterio de Dios, porque el mismo Espíritu Santo que la cubrió con su sombra y la hizo Madre de Dios lo hemos recibido nosotros en el Sacramento del Bautismo y la Confirmación, para que con su fuerza, podamos empezar a vivir el cumplimento de la promesa de salvación de Dios.
ACTUAR:
¿Sabría explicar el significado de la fiesta de hoy? ¿’Dónde estoy’? ¿Soy consciente de mi pecado personal y del pecado social? ¿Me ‘escondo’ de Dios, o me fío de Él, como María? Pidamos al Señor que el significado de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María nos ayude, en este Adviento, a abrirnos al Misterio de Dios. Que, aunque no sepamos “cómo será eso”, hoy le digamos, como María: “hágase en mí según tu Palabra”, para que el Espíritu Santo nos haga vivir el cumplimiento de la promesa de salvación a la que Dios, hoy como siempre, nos invita a todos.