Una ecología integral

VER:
En septiembre fue noticia que, según el Instituto Nacional de Estadística, en 2022 el número de adultos condenados por sentencia aumentó un 9’4%. También que los delitos sexuales cometidos por menores habían aumentado un 14’1%, y que hasta este mes el número de mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas ya igualaba al de todas las asesinadas en 2022. Además, las temperaturas récord alcanzadas durante septiembre hacen que 2023 vaya a ser el año más cálido jamás registrado. Esto, unido a las guerras que se perpetúan en el tiempo (ahora en Israel), a la crisis migratoria, a los conflictos sociales y políticos para los que no se ve solución… lleva a plantearse: ¿Qué está pasando?
JUZGAR:
Cada uno de estos problemas tiene sus propias causas, y hay que detectarlas para actuar contra sus consecuencias. Pero junto con estas causas, si hacemos una lectura creyente de la realidad, descubrimos un denominador común que está en la base de todo y que ya recogió en 2013 el documento “Ser y misión de la Acción Católica General – Llamados y enviados a evangelizar”: «La mayoría de las personas prescinden de lo religioso, prescinden de Dios, de la fe y de la Iglesia. Estamos ante una época de fuerte secularización, que va invadiendo de forma integral la vida de las personas, desarrollando una manera de pensar en la que Dios, no es que no sea el motor de sus vidas, sino que Dios no tiene sitio». Como se prescinde de Dios, «un alto número de personas no creen en Jesucristo y su Evangelio, bien porque no han tenido oportunidad de conocerlo, o bien porque se han alejado de la fe y de la vida de la Iglesia después de una primera experiencia».
Y como no se conoce a Jesucristo, tampoco se conocen sus palabras; en concreto, el mandamiento principal de la ley, que hemos escuchado hoy: “‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente’. Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los profetas”. Y podríamos decir: en estos dos mandamientos se sostiene toda la vida humana, sus valores y principios.
Porque la fe cristiana no es algo que afecte sólo a la interioridad, a la ‘espiritualidad’ de cada uno. La fe cristiana, si lo es de verdad, tiene repercusiones en todas las dimensiones de la vida humana: en lo familiar, social, laboral, político, económico, en la relación con la naturaleza y los demás seres.
La fe cristiana ha de plasmarse en hechos concretos de nuestra vida cotidiana, como expresaba la 1ª lectura: “No maltratarás ni oprimirás al emigrante… No explotarás a viudas ni a huérfanos… Si prestas dinero a un pobre, no serás con él un usurero, cargándole intereses…”
Las palabras de Jesús son una llamada a desarrollar lo que el Papa Francisco, en su encíclica ‘Laudato si’, sobre el cuidado de la creación, denomina ‘una ecología integral’, que no sólo incluye el cuidado de la naturaleza, sino también las dimensiones humanas y sociales, y que «está hecha de simples gestos cotidianos donde rompemos la lógica de la violencia, del aprovechamiento, del egoísmo». (230). Y esta ecología integral tendrá consecuencias positivas en todas las dimensiones de nuestra vida, porque «el amor, lleno de pequeños gestos de cuidado mutuo, es también civil y político, y se manifiesta en todas las acciones que procuran construir un mundo mejor. El amor a la sociedad y el compromiso por el bien común son una forma excelente de la caridad, que no sólo afecta a las relaciones entre los individuos, sino a las relaciones sociales, económicas y políticas». (231)
ACTUAR:
¿Creo que vivir prescindiendo de Dios es una de las causas de la situación actual? ¿Tengo presente el mandamiento de amar a Dios sobre todas las cosas y el de amar al prójimo como a mí mismo? ¿Cómo hago vida este mandamiento? ¿Estoy dispuesto a desarrollar una ‘ecología integral’?
La realidad del mundo, en todas sus dimensiones, nos debe mover a la reflexión: «¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo? Esta pregunta no afecta sólo al ambiente de manera aislada, porque no se puede plantear la cuestión de modo fragmentario. Cuando nos interrogamos por el mundo que queremos dejar, entendemos sobre todo su orientación general, su sentido, sus valores». (160)
Para responder a esta pregunta, no podemos vivir prescindiendo de Dios, porque «se entiende mejor la importancia y el sentido de cualquier criatura si se la contempla en el conjunto del proyecto de Dios. (86) Ya que, siendo creados por el mismo Padre, todos los seres del universo estamos unidos por lazos invisibles y conformamos una especie de familia universal, una sublime comunión que nos mueve a un respeto sagrado, cariñoso y humilde». (89) No prescindamos de Dios y desarrollemos una ecología integral, porque si no, «un ser humano que pretende ocupar el lugar de Dios se convierte en el peor peligro para sí mismo» (Papa Francisco, Laudate Deum 73)