“Haced esto”

VER:
Una persona quería realizar unas tareas de bricolaje en su domicilio: compró el material que creía que necesitaba, se puso al trabajo, pero el resultado que obtuvo no fue el deseado. Al comentarlo con un conocido suyo que es un “manitas”, éste le dijo: “haz esto”, indicándole algunos pasos y detalles que el primero no había tenido en cuenta, pero que resultaban fundamentales para el resultado final. Comentándolo ambos un tiempo después, el primero reconoció que, si no lo hubiera hecho como el otro le dijo, le habría salido una chapuza.
JUZGAR:
El Jueves Santo da inicio al Triduo Pascual, en el que conmemoramos la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor. No lo hacemos como un simple recuerdo, sino como la actualización hoy, aquí, de lo que este hecho supone para nosotros. Porque el resultado final que queremos obtener es sentirnos partícipes de la Salvación que el Hijo de Dios hecho hombre vino a traernos.
Aunque a lo largo de todo el año nuestra vida de fe persigue obtener ese resultado final, a menudo nos encontramos con que, a pesar de nuestros esfuerzos, no lo conseguimos. Por eso hoy, Jueves Santo, el Señor nos dice lo que tenemos que hacer y cómo hacerlo para alcanzarlo.
En la 1ª lectura hemos escuchado las instrucciones y detalles precisos que Dios dio a su pueblo para que tuvieran siempre presente cómo los había liberado de la esclavitud y lo que eso significó para ellos y para sus descendientes: De generación en generación, como ley perpetua lo festejaréis. Las indicaciones que hemos escuchado tienen como fin que la celebración de la Pascua sea mucho más que un simple recuerdo o una escenificación de algo que ocurrió en el pasado; se trata de “re-vivir” aquel acontecimiento para que, ahora, la persona se sienta partícipe de su significado
Y en la 2ª lectura Jesús dice claramente: Haced esto. Es un imperativo a continuar lo que Él acaba de hacer, una exigencia inexcusable si queremos que nuestra vida guiada por la fe dé los frutos deseados y no resulte una “chapuza”.
Al decir “haced esto”, Jesús no dice que hagamos “algo parecido”, un sucedáneo, sino “esto”, lo mismo que Él acaba de hacer: El Señor Jesús tomó pan y, pronunciando la Acción de Gracias, lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Lo mismo hizo con el cáliz: Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre. Hoy nosotros cumplimos el mandado del Señor: Haced esto. Hoy celebramos la institución de la Eucaristía porque desde entonces la Iglesia no ha cesado de celebrarla y de encontrar en ella “la fuente y culmen de la vida cristiana” (Lumen gentium 11). Hoy hacemos nuestras las palabras de san Pablo: yo he recibido una tradición que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido. Nosotros continuamos la tradición en el sentido propio de esta palabra, que viene del latín “tradere”: entregar. La Eucaristía, tal como la hizo Jesús, es lo que nos ha sido entregado y lo que nosotros deberemos entregar a otros, sin desvirtuarla, para que sea realmente su Presencia, su Cuerpo y su Sangre.
Pero el imperativo de Jesús abarca también lo que Él hizo mientras estaban cenando y que hemos escuchado en el Evangelio: Si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis. Es otra manera de decir: Haced esto, lo mismo que Él acaba de hacer, porque el servicio está unido a la Eucaristía. Si en la Eucaristía recibimos su Cuerpo y su Sangre, a Él mismo en Persona, no podemos menos que hacer lo mismo que Él: estar entre los demás como el que sirve (cfr. Lc 22, 27). En este día del Amor Fraterno debemos hacer vida el lema de este año de Cáritas: «Somos lo que damos. Damos amor».
ACTUAR:
El Señor nos ha dado instrucciones precisas para que nuestra vida cristiana no sea una chapuza sino que dé el fruto que deseamos y, sobre todo, el que Él espera de nosotros. Hoy especialmente lo contemplamos a Él, que de nuevo nos dice: Haced esto. Y “esto” significa participar de la Eucaristía con plena conciencia de que es su Presencia real y verdaderamente recibimos su Cuerpo y su Sangre; y “esto” significa estar dispuestos a lavarnos los pies unos a otros. Que el servicio humilde y fraterno a los demás, sobre todo a los más pobre, sea uno de nuestros distintivos, a imagen de nuestro Maestro y Señor, para experimentar su amor hasta el extremo, que hoy comenzamos a celebrar, que mañana quedará patente en la Cruz, y que en la Vigilia Pascual se manifestará plenamente para todos.