Parròquia Sant Vicent Màrtir de Benimàmet

Homilía Ramos – A

Que los ramos no te impidan ver la Pasión

VER:

Hay una frase que dice así: “Que los árboles no te impidan ver el bosque”. Se utiliza para expresar la situación de alguien que no puede apreciar debidamente un asunto porque está prestando atención y dando importancia a los detalles y no al conjunto. Hoy, Domingo de Ramos, podríamos reformular así la frase: “Que los ramos no te impidan ver la Pasión”. Porque son muchos los que hoy ponen toda su atención en lo accesorio, en los ramos: creen que lo importante es llevarse un ramo a casa, como si el ramo bendecido tuviera algún poder o propiedad.

JUZGAR:

Pero hoy “el bosque”, lo verdaderamente importante, es la Pasión del Señor, y los ramos no nos han de impedir “verla”. Quizá nos quedamos en lo anecdótico, en lo folclórico; quizá sólo vemos en esta celebración una “tradición”, algo del pasado que repetimos año tras año pero que no significa nada ni nos aporta nada; quizá nos hemos acostumbrado a escuchar la Pasión y ya no nos produce el impacto que debería causarnos que Jesús muriera en la Cruz por nosotros.

Por eso, miremos más allá de los ramos para “ver” el “bosque” de la Pasión del Señor: veamos al Señor llevando hasta el extremo su amor entregado por nosotros; y veámonos a nosotros mismos reflejados en los personajes que participan en su Pasión.

En el Evangelio de la entrada del Señor en Jerusalén encontramos una pregunta: ¿Quién es éste? Para “ver” la Pasión, puedo empezar preguntándome: ¿Quién es Jesús para mí? ¿Por qué estoy hoy aquí?

Judas Iscariote estaba decepcionado con Jesús porque no cumplía sus expectativas, y propuso a los sumos sacerdotes: ¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego? ¿Me siento yo también decepcionado con Jesús? ¿Quisiera “entregarlo”, deshacerme de Él, borrarlo de mi vida?

Jesús tomo pan y les dijo: Tomad, comed: esto es mi cuerpo. Después tomó el cáliz y dijo: ésta es mi sangre de la alianza. ¿Vivo la Eucaristía como el memorial, la actualización de la entrega del Señor? ¿Soy consciente de que recibo “el Cuerpo y la Sangre” del Señor, o es sólo una ceremonia, un rito?

Jesús dijo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo: quedaos aquí y velad conmigo. ¿Me quedo con Jesús un tiempo significativo, hago oración de adoración ante el Sagrario, o “no tengo tiempo”?

Jesús volvió a los discípulos y los encontró dormidos: ¿Estoy “dormido”, mi vida de fe es rutinaria, me limito a cumplir, no quiero asumir ningún compromiso ni en la parroquia ni fuera de ella?

Tras el prendimiento, todos los discípulos lo abandonaron y huyeron: Y después Pedro afirmó: No conozco a ese hombre. ¿En qué ocasiones o ante qué personas “abandono” a Jesús porque oculto mi fe? ¿Alguna vez he negado explícitamente ser cristiano, porque no sé o no me atrevo a dar testimonio?

Pilato tomó agua y se lavó las manos: ¿Me desentiendo de las necesidades de la Iglesia, de la comunidad parroquial? ¿Evito asumir responsabilidades en la asociación o movimiento del que formo parte?

Estando Jesús crucificado, los que pasaban, lo injuriaban y decían: si eres Hijo de Dios, baja de la cruz. Ante las cruces, ante el dolor y sufrimiento propio o ajeno, ¿también le digo al Señor: si eres el Hijo de Dios, por qué no lo solucionas de una vez?

Después de morir Jesús en la cruz, encontramos a muchas mujeres miraban desde lejos y a José de Arimatea, que era también discípulo de Jesús, pero en secreto. ¿Vivo la fe de un modo individualista, sin implicarme personalmente en nada? ¿Soy cristiano “en secreto”, procuro que no se sepa?

ACTUAR:

Si somos sinceros, seguro que nos hemos “visto” y reconocido en algunas de las actitudes de los personajes de la Pasión del Señor, y nos habremos dado cuenta de que también tenemos nuestra parte de responsabilidad en la misma. Por eso, lo que estamos celebrando va mucho más allá de llevar unos ramos, es algo muy serio que nos afecta en lo más profundo porque forma parte del núcleo de nuestra fe, como hemos escuchado en la 2ª lectura: Cristo Jesús, siendo de condición divina, se despojó de sí mismo, tomando la condición de esclavo… se humilló a sí mismo, hasta la muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todo Por tanto, “que los árboles no nos impidan ver el bosque”, que los ramos no nos impidan ver la Pasión del Señor, porque es la actualización del Misterio de Amor más grande, entregado, crucificado y resucitado por nuestra salvación.

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