¿Dónde estás?

VER:
La palabra “perdido” tiene varios significados, y probablemente todos hemos experimentado algunos o todos esos sentidos. Unas veces, cuando vamos a algún sitio, nos hemos perdido porque nos hemos salido de nuestra ruta y no sabemos llegar a nuestro destino. Otras veces lo decimos cuando algo está sucio, manchado o deteriorado, por ejemplo “lleva la camisa perdida”. Y otras veces, cuando creemos que algo o alguien no tiene remedio o solución, lo damos por perdido.
También interiormente podemos sentirnos “perdidos”: cuando, en los años de juventud, no sabemos hacia dónde orientar nuestra vida; o cuando, ya adultos y después de años llevando una vida convencional, un día nos damos cuenta de que estamos descentrados, no sabemos para qué hemos hecho todo; o cuando, por diferentes motivos y circunstancias, nos damos cuenta de que hemos adquirido actitudes y comportamientos negativos que nos hacen sentir manchados, “sucios”; o cuando, después de intentar muchas veces corregirnos y cambiar, experimentamos que no lo hemos logrado y nos damos a nosotros mismos por perdidos.
JUZGAR:
Por eso, en el camino del Adviento, preparándonos para acoger al Dios que se hace hombre entre nosotros para dar sentido a nuestra vida y mostrarnos el camino a seguir, la solemnidad de la Inmaculada Concepción nos ofrece en la 1ª lectura esa pregunta que Dios dirige a Adán: ¿Dónde estás? “Adán” representa al ser humano de cualquier tiempo y época; y, por tanto, somos nosotros. Hoy Dios nos pregunta: “¿Dónde estás?” ¿En qué etapa de tu vida, en qué situación existencial te encuentras? ¿Tu vida tiene un sentido, sabes a dónde te diriges, o te sientes “perdido”?
Cada uno tendremos que darle nuestra respuesta sincera. Pero, si resulta que nos sentimos “perdidos”, en cualquiera de sus formas, hoy el Señor nos ofrece a María, en su Inmaculada Concepción, como punto de referencia y modelo para reencontrar el camino a seguir.
En el Evangelio hemos escuchado “dónde está” María. Primero, físicamente: una ciudad de Galilea llamada Nazaret, un lugar pequeño en un rincón del Imperio Romano; y después, su “estado civil”: desposada con un hombre llamado José. No importa dónde estemos ni cuál sea nuestro estado social: Dios se hace presente en nuestra vida para ofrecernos su propuesta de amor y salvación, porque como hemos escuchado en la 2ª lectura, Él nos ha destinado por medio de Jesucristo a ser sus hijos.
El ángel saluda a María llamándola llena de gracia. Hoy celebramos que, para poder acoger en su seno al Dios encarnado, María fue “inmaculada desde su concepción”, preservada del pecado original. Y Ella “está limpia”, porque mantuvo esa limpieza que Dios le había regalado y por eso es “la llena de gracia”. Y así el ángel le dice: el Señor está contigo. Nosotros también recibimos la gracia de Dios en los Sacramentos y, para dejar de sentirnos perdidos, hemos de procurar mantener esa gracia de Dios en nosotros y así poder experimentar que “el Señor está con nosotros”.
Pero ser “la llena de gracia” no hace que María lo tenga todo claro; ella experimenta el claroscuro de la fe, pero por eso pregunta: ¿Cómo será eso…? Para dejar de sentirnos perdidos, también debemos preguntar, buscar respuesta desde la fe a los interrogantes que la vida nos presenta. Y la respuesta del ángel a María (el Espíritu Santo vendrá sobre ti…) vale también para nosotros, porque hemos recibido ese mismo Espíritu para que, como María, nos dejemos guiar por el Espíritu.
ACTUAR:
María contestó al ángel: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. María “está” en presencia de Dios y “le deja” que actúe en Ella. A partir de ese momento, el camino de María va a seguir un rumbo diferente, imprevisible, tendrá que “meditar muchas cosas en su corazón”, pero no se va a sentir perdida porque se fía de Dios y sabe que para Dios nada hay imposible.
Hoy, sea cual sea nuestra situación, estemos donde estemos, por muy perdidos que nos sintamos, contemplemos a María en su Inmaculada Concepción y, como Madre nuestra, pidámosle que nos enseñe a responder a esa pregunta de Dios: ¿Dónde estás? con sus mismas palabras: “Aquí estoy”. Que nos enseñe a sentirnos en presencia de Dios y a dejar que Él “haga en nosotros según su palabra”, para dejar de sentirnos perdidos y orientar nuestra vida hacia el encuentro con Dios.