Parròquia Sant Vicent Màrtir de Benimàmet

Homilía XVI del TO-C

Tarde de verano

VER:

El tiempo de verano suele traer, para la mayoría de las personas, algunos cambios respecto a horarios y actividades, en relación con el resto del año. Entre esos cambios están las tareas que requieren salir a la calle o realizar trabajos físicos y que, si es posible, se realizan a primer ahora, antes de que el calor se deje notar con fuerza. Y así, durante las horas centrales del día, por el calor, se nota una disminución de la actividad. Las tardes de verano, sobre todo después de comer, son una invitación a la tranquilidad, al reposo, a todo eso que el resto del año nos resulta difícil realizar.

JUZGAR:

Pero eso no significa que nos dejemos invadir por la modorra. Precisamente el cambio de horarios y actividades nos puede servir para algo que también nos resulta difícil de realizar el resto del año: el encuentro con el Señor. Porque durante el año, generalmente nos parecemos bastante o mucho a Marta, que andaba muy afanada con los muchos servicios, inquieta y preocupada por muchas cosas. Y no debemos caer en la crítica a la actitud de Marta, porque las tareas hay que hacerlas, no se pueden dejar de lado. Pero tampoco podemos negar que esas tareas acaban quitándonos tiempo y ganas para el encuentro con el Señor, ya sea en la oración, en la Eucaristía, en la formación o a la hora de adoptar algún compromiso: no tenemos tiempo suficiente.

Pero en este tiempo de verano, la Palabra de Dios nos ofrece el pasaje que hemos escuchado en la 1ª lectura, el Señor se apareció a Abrahán junto a la encina de Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda, en lo más caluroso del día. Ese espacio de tiempo en el que prácticamente todo se paraliza es el momento oportuno para el encuentro con el Señor.

El texto nos ofrece algunas indicaciones para tener en cuenta: Abrahán no está tumbado, está sentado, una postura que indica que no hay prisa, que no hay nada urgente que hacer; una postura que es signo de tranquilidad, de acogida, como cuando alguien llega a nuestra casa de visita y le decimos que no se quede de pie, que pase y se siente. Es también una postura apropiada para ver o escuchar algo con atención, y para hablar de temas importantes.

Y Abrahán está sentado a la puerta de la tienda. No está dentro, no está encerrado: estar sentado a la puerta es señal de que se está aguardando algo o a alguien, con tranquilidad pero preparado para recibirle cuando llegue: Al verlos, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda.

Quizá en este tiempo, en estas tarde de verano, cuando estemos en lo más caluroso del día, podemos aprender a “sentarnos a la puerta de nuestra tienda”: aunque sólo será durante unos minutos, podemos ejercitarnos en dejar un rato apartadas las tareas y preocupaciones y sentirnos tranquilos y abiertos a Dios. Podemos ayudarnos de una lectura espiritual, de una oración… para encontrarnos con el Señor y pedirle: No pases de largo junto a tu siervo.

Y así estaremos haciendo nuestra la actitud de María, la hermana de Marta, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Y aprender a descubrir que, durante ese tiempo, sólo una cosa es necesaria: estar con el Señor. Y convertir ese tiempo en la parte mejor de todo nuestro día.

ACTUAR:

¿Van a cambiar mis horarios y actividades durante estas semanas? ¿Cómo empleo normalmente las tardes de verano, en lo más caluroso del día? ¿Cuánto hace que no “me siento”, que no tengo un tiempo de tranquilidad para ver o escuchar o hablar con atención? ¿Espero encontrarme con el Señor? ¿Qué medios pongo para ello?

Todos tenemos dentro a Marta y a María, y normalmente es Marta la que más espacio y tiempo ocupa. Pero necesitamos encontrarnos con el Señor, con tranquilidad, sin prisas. Por muy necesarias que sean nuestras tareas, aprovechemos estas tardes de verano para encontrarnos con el Señor. Durante unas semanas, aprendamos a ser “Marías”, a “sentarnos” un tiempo a los pies del Señor, a la escucha de lo que Él nos vaya sugiriendo desde la oración o la lectura.

Aunque sólo sea por unas pocas semanas en todo el año, tenemos la oportunidad de “escoger la parte mejor”, como hizo María. No dejemos que nos la quiten para que, el resto del año, podamos realizar nuestras tareas, como Marta, sin agobios ni preocupaciones, como María.

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