Parròquia Sant Vicent Màrtir de Benimàmet

Homilía Viernes Santo-C

Estupor ante la Cruz

VER:

Un peligro que corremos, sobre todo en países de antigua tradición cristiana, es acostumbrarnos a los gestos, signos y símbolos de nuestra fe. Como siempre han estado ahí, como siempre los hemos tenido cerca, como los vemos tan a menudo, hemos dejado de captar su significado, ya no “nos dicen” nada. Y uno de esos símbolos es la cruz. El instrumento de tortura donde murió Jesús está en todas partes; hay muchos tipos de cruces, de muchos materiales; algunas son verdaderas obras de arte de la imaginería o de la orfebrería, que contemplamos con devoción; llevamos una cruz en el cuello, incluso la hemos convertido en una joya… pero sin ser conscientes de lo que significa.

JUZGAR:

El Viernes Santo es una llamada a que contemplemos la Cruz en su verdadero significado, y por eso hemos escuchado la Pasión según san Juan. Una contemplación de la Cruz desde la fe, no como algo del pasado, que ocurrió hace mucho tiempo y que recordamos hoy, sino como algo actual. Porque, como dijimos el Domingo de Ramos, de nosotros depende que la Pasión de Jesús no se convierta en un “conflicto olvidado” hasta por los mismos cristianos.

Algunas expresiones populares propias del Viernes Santo pueden despertar en nosotros algunos sentimientos y emociones, pero hoy contemplamos la Cruz de Jesús para que brote algo más profundo: lo que el Papa Francisco llama “la gracia del estupor”, del asombro, ante la entrega de Jesús: “Lo hizo por nosotros, para tocar lo más íntimo de nuestra realidad humana, para experimentar toda nuestra existencia, todo nuestro mal. Para acercarse a nosotros y no dejarnos solos en el dolor y en la muerte. Jesús subió a la cruz para descender a nuestro sufrimiento. Probó nuestros peores estados de ánimo: el fracaso, el rechazo de todos, la traición de quien le quiere e, incluso, el abandono de Dios”. (Homilía 28 de marzo de 2021)

Y desde ese estupor nos daremos cuenta de que la Pasión de Cristo continúa hoy en muchos miembros de su Cuerpo místico: en quienes sufren hambre, pobreza, enfermedad, tristeza, desesperación falta de comprensión y amor, en quienes son excluidos y descartados, en los refugiados y exiliados, en los martirizados por su fe, en quienes mueres víctimas de las guerras y de la violencia de los poderosos…

Y el estupor provocado por la contemplación de la Cruz de Jesús aumenta cuando nos damos cuenta de que también nosotros provocamos que la Pasión de Cristo continúe hoy, en nuestros ambientes más próximos: cuando el egoísmo nos lleva a pasar por encima de quien sea; cuando no somos Cireneos y nos dejamos llevar por la indiferencia ante quienes nos necesitan; cuando no nos comprometemos en serio en la misión evangelizadora; cuando otros intereses ocupan el lugar de Dios en nuestra vida, abandonando a Jesús como hicieron los discípulos; cuando ocultamos o negamos nuestra fe por miedo o cobardía, como Pedro; cuando dejamos que cualquier tipo de violencia nos domine, como quienes flagelaron a Jesús; cuando condenamos a otros porque “no son de los nuestros” y pedimos “que los crucifiquen”… hacemos que continúe la Pasión de Jesús.

ACTUAR:

¿Qué es para mí la Cruz? ¿Qué siento al mirar un crucifijo? ¿Me he acostumbrado a verlo? ¿Soy consciente de lo que significa llevar una cruz en el cuello? ¿Tengo presente que la Pasión de Cristo continúa hoy? ¿Me doy cuenta de mi parte de responsabilidad en la misma?

En este Viernes Santo, como dice el Papa, “levantemos nuestra mirada hacia la cruz para recibir la gracia del estupor. San Francisco de Asís, mirando al Crucificado, se asombraba de que sus frailes no llorasen. Y nosotros, ¿somos capaces todavía de dejarnos conmover por el amor de Dios? ¿Por qué hemos perdido la capacidad de asombrarnos ante él? ¿Por qué? Tal vez porque nuestra fe ha sido corroída por la costumbre”.

No nos acostumbremos a la Cruz: pidamos “la gracia del estupor” ante Jesús crucificado, cuya Pasión continúa hoy, y así “llevaremos en la mente y en el corazón los sufrimientos de los enfermos, de los pobres, de los descartados de este mundo; recordaremos a los ‘corderos inmolados’ víctimas inocentes de las guerras, de las dictaduras, de las violencias cotidianas… Delante de la imagen de Dios crucificado llevaremos, en la oración, los muchos, demasiados crucificados de hoy, que sólo desde Él pueden recibir el consuelo y el sentido de su sufrimiento. Y hoy hay muchos: no olvidar a los crucificados de hoy, que son la imagen del Jesús Crucificado, y en ellos está Jesús. Y gracias a Él, abandonado en la cruz, nunca nadie está solo en la oscuridad de la muerte. Nunca. Él está siempre al lado: solo hay que abrir el corazón y dejarse mirar por Él”. (Audiencia general, 31 de marzo de 2021)

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