Parròquia Sant Vicent Màrtir de Benimàmet

Homilía de San José-C

En la noche oscura

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En el momento de preparar la homilía, la guerra en Ucrania duraba ya seis días. Ojalá haya terminado pronto, pero el dolor, la destrucción y la muerte permanecerán mucho tiempo. Aunque en la historia de la humanidad siempre ha habido etapas difíciles, parece que, desde que comenzó el siglo XXI, el mundo se vuelve cada vez más oscuro. Los ataques terroristas en Estados Unidos y la guerra consiguiente, los atentados en Madrid, la gran crisis económica de 2008 y sus consecuencias, el cambio climático y el rápido deterioro del planeta, la pandemia del coronavirus y ahora esta guerra, han echado por tierra muchos proyectos de vida y esperanzas, a todos los niveles: personal, nacional, mundial. Tenemos la impresión de estar en una “noche oscura”, no entendemos nada y no se ve salida, más bien al contrario, cada vez todo se complica más.

JUZGAR:

Hoy estamos celebrando a san José, esposo de la Virgen María y el padre terrenal de Jesús. El Papa Francisco nos regaló la carta apostólica “Patris corde”, en la que nos invita a profundizar en la vida de san José. Y nos fijamos en esa carta para ver cómo afrontó él sus “noches oscuras”, que fueron varias: el embarazo incomprensible de María, el nacimiento de Jesús en un establo, la huida precipitada a Egipto tras el nacimiento de Jesús, la vuelta a Israel y ocultarse en Galilea por miedo al heredero de Herodes… Fueron periodos de “noche oscura”, de no entender nada, de no ver salida, pero José estuvo abierto a Dios, y Él, en esas “noches”, “le reveló sus designios y lo hizo a través de sueños que, en la Biblia, eran considerados uno de los medios por los que Dios manifestaba su voluntad”.

Y por esa apertura, confianza y obediencia, “José supo pronunciar su ‘fiat’ [hágase], como María en la Anunciación y Jesús en Getsemaní”, y así pudo descubrir la salida a esas “noches oscuras”.

Como ocurrió a san José, “muchas veces ocurren hechos en nuestra vida cuyo significado no entendemos. Nuestra primera reacción es a menudo de decepción y rebelión”, lógicamente; pero si nos quedamos ahí, no encontraremos salida. Mirando a san José, vemos que él, desde su fe y apertura a Dios, “deja de lado sus razonamientos para dar paso a lo que acontece y, por más misterioso que le parezca, lo acoge, asume la responsabilidad y se reconcilia con su propia historia. Si no nos reconciliamos con nuestra historia, ni siquiera podremos dar el paso siguiente, porque siempre seremos prisioneros de nuestras expectativas y de las consiguientes decepciones”.

San José nos enseña a vivir nuestra espiritualidad cuando nos vemos inmersos en “noches oscuras”. Si permanecemos con fe abiertos a Dios, ése puede ser el momento propicio para que Él nos indique el camino a seguir. “La vida espiritual de José no nos muestra una vía que explica, sino una vía que acoge. Sólo a partir de esta acogida, de esta reconciliación, podemos también intuir una historia más grande, un significado más profundo”.

Una espiritualidad que no es escapar de la realidad: “La fe que Cristo nos enseñó es la que vemos en san José, que no buscó atajos, sino que afrontó ‘con los ojos abiertos’ lo que le acontecía, asumiendo la responsabilidad en primera persona”. La fe tampoco supone pasividad: “José no es un hombre que se resigna pasivamente. Es un protagonista valiente y fuerte. La acogida es un modo por el que se manifiesta en nuestra vida el don de la fortaleza que nos viene del Espíritu Santo. Sólo el Señor puede darnos la fuerza para acoger la vida tal como es, para hacer sitio incluso a esa parte contradictoria, inesperada y decepcionante de la existencia”.

ACTUAR:

“Como Dios dijo a nuestro santo: «José, hijo de David, no temas», parece repetirnos también a nosotros: ‘¡No tengáis miedo!’. Tenemos que dejar de lado nuestra ira y decepción, y hacer espacio —sin ninguna resignación mundana y con una fortaleza llena de esperanza— a lo que no hemos elegido, pero está allí. Acoger la vida de esta manera nos introduce en un significado oculto. La vida de cada uno de nosotros puede comenzar de nuevo milagrosamente, si encontramos la valentía para vivirla según lo que nos dice el Evangelio. Y no importa si ahora todo parece haber tomado un rumbo equivocado y si algunas cuestiones son irreversibles. Dios puede hacer que las flores broten entre las rocas”. En determinadas circunstancias personales, sociales, económicas, políticas… “se tiene siempre la impresión de que el mundo esté a merced de los fuertes y de los poderosos, pero la ‘buena noticia’ del Evangelio consiste en mostrar cómo, a pesar de la arrogancia y la violencia de los gobernantes terrenales, Dios siempre encuentra un camino para cumplir su plan de salvación. Incluso nuestra vida parece a veces que está en manos de fuerzas superiores, pero el Evangelio nos dice que Dios siempre logra salvar lo que es importante, con la condición de que tengamos la misma valentía creativa del carpintero de Nazaret, que sabía transformar un problema en una oportunidad, anteponiendo siempre la confianza en la Providencia”.

Y, “si a veces pareciera que Dios no nos ayuda, no significa que nos haya abandonado, sino que confía en nosotros, en lo que podemos planear, inventar, encontrar”, como confió en san José.

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