Parròquia Sant Vicent Màrtir de Benimàmet

Homilía IV del TO-C

Seguir nuestro camino

VER:

Una experiencia muy común entre quienes se toman realmente en serio la fe cristiana es la del rechazo que ésta produce en su entorno, ya sea familiar, laboral, amistades, etc. Un rechazo que va desde la indiferencia hasta la oposición franca y declarada, y que tiene una de sus causas en que la fe cristiana no es algo intimista y privado, sino que tiene repercusiones en lo concreto de la vida, porque ahí, en las situaciones que nos presenta la vida familiar, laborar, etc., nos lleva a adoptar criterios y tomar decisiones que, por coherencia, debemos mantener aunque no gusten a los demás. Pero ese continuo luchar contra el rechazo provoca mucho cansancio emocional y espiritual, y sentimos deseos de rendirnos y vivir la fe de un modo oculto para no entrar en más conflictos.

JUZGAR:

El Evangelio de hoy continúa el del domingo pasado. Jesús fue a Nazaret, donde se había criado, y comenzó a decir en la sinagoga: “Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír”. Al principio, lo que Jesús dice es bien recibido, porque es lo que quieren oír acerca del cumplimiento de las profecías acerca del Mesías esperado, y por eso todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca. Pero empiezan a desconfiar de Él (¿no es éste el hijo de José?) y le exigen pruebas y que actúe: Sin duda me diréis… haz también aquí, en tu pueblo, lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún”.

Pero una fe que exige pruebas no es verdadera fe, y por eso Jesús se niega a complacerles; más aún, les recuerda dos casos en los que la acción de Dios se dirige a personas ajenas al pueblo de Israel (una viuda de Sarepta y Naamán, el sirio), que no exigieron nada a Dios sino que tuvieron fe en Él.

El hecho de que Jesús no se pliegue a sus exigencias provocó que todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron a un precipicio… con intención de despeñarlo.

Pero lo que llama la atención es la reacción de Jesús: se abrió paso entre ellos y seguía su camino. Ante el rechazo que despierta entre aquéllos con quienes se había criado, Jesús se siente dolido: ningún profeta es aceptado en su pueblo, pero no se acobarda ni tampoco entra en conflicto: sigue su camino.

El actuar de Jesús es una llamada a todos nosotros, cuando experimentamos el rechazo que provocan nuestras palabras y obras por nuestra fe en Él. Como indica el material de Acción Católica General “Llamados y enviados a evangelizar” (2013): “No debemos situarnos en posiciones de permanente condena, que genera una sensación en los demás de que siempre estamos enfadados. Pero tampoco en un cristianismo claudicante, rebajando el mensaje cristiano para que sea digerible por el mundo actual, al mismo tiempo que somos aceptados y así «aliviamos» nuestra tensión”. También nosotros debemos “seguir nuestro camino”, como Jesús.

Y para seguir nuestro camino, la Palabra de Dios hoy nos ofrece varias pistas. La primera, precisamente, es sabernos y sentirnos “llamados y enviados a evangelizar”, como Jeremías en la 1ª lectura: Antes de formarte en el vientre, te elegí… prepárate para decirles todo lo que yo te mande. Nuestras palabras y acciones no deben transmitir nuestros pensamientos y proyectos, sino los de Dios. Y, cuando transmitimos el proyecto de Dios, experimentamos que Él nos convierte en plaza fuerte frente a los demás, que lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte.

De este modo podemos seguir nuestro camino, seguir a Jesús, hablando y actuando para que hoy se siga cumpliendo la Escritura, aunque eso a veces no guste o nos acarree confrontaciones. Pero, como decía la 2ª lectura, siempre por y con amor. Seguir nuestro camino tras Jesús es exigente, tiene mucho de entrega, de paciencia, de no irritarse, de no llevar cuentas del mal… pero si no tengo amor… de nada me serviría, porque el amor todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasa nunca.

ACTUAR:

¿He experimentado en mi entorno más cercano algún tipo de rechazo por mi fe cristiana? ¿Cómo reaccioné? ¿Me siento llamado y enviado por el Señor a evangelizar? ¿Qué hago para que “hoy” se cumpla la Escritura? ¿Mis palabras y acciones están motivadas por el amor de Dios?

La experiencia de no ser “profetas en nuestra tierra”, del rechazo por parte de nuestro entorno más cercano, va a estar siempre presente, ya lo advirtió el Señor: No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro (Lc 6, 40). Que sepamos ser como Jesús, nuestro Maestro, y abrirnos paso y seguir nuestro camino sin entrar en confrontaciones inútiles, para que “hoy”, con amor y por amor, se cumpla también la Escritura, el plan de Dios para todos.

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