Parròquia Sant Vicent Màrtir de Benimàmet

Homilía del II de Adviento-C

Peligro de desabastecimiento espiritual

VER:

Desde hace unas semanas estamos escuchando noticias referentes a un posible desabastecimiento de productos, debido al “parón” de producción que ha supuesto la pandemia y a las dificultades que han surgido respecto al transporte de mercancías. Ante este posible desabastecimiento, una persona me comentó, a principios de noviembre, que ya había comprado los productos no perecederos para no sufrir desabastecimiento en Navidad.

JUZGAR:

Sin caer en alarmismos ni exageraciones, es cierto que está muy bien ser previsores para no sufrir las consecuencias. Y en este segundo domingo de Adviento, la Palabra de Dios en la 1ª lectura y en el Evangelio nos hace una misma llamada, por boca de Isaías y de Juan Bautista: Preparad el camino del Señor. Porque, si no lo hacemos, sufriremos “desabastecimiento espiritual” en Navidad.

Aunque suene a tópico, conviene recordarnos que la Navidad se ha ido vaciando de su sentido religioso, y para más inri (injuria, ofensa para los cristianos) la Comisión Europea pide que no se diga “Feliz Navidad”, que se diga simplemente “felices fiestas”, dejando de ser la celebración del nacimiento del Hijo de Dios hecho hombre, para convertirse en otras cosas: una simple celebración familiar; unos días de vacaciones, de fiestas y botellones; unas fechas de consumismo desaforado; unos días de un difuso y mal llamado “espíritu navideño”, con mucha sensiblería basada en buenos sentimientos, en recuerdos y añoranzas…

Todo esto puede resultar muy vistoso, pero es algo puramente exterior y, cuando pasan estos días, sólo queda una sensación de vacío, no nos han llenado espiritualmente. Por eso, no es de extrañar que haya personas que afirman que odian “las navidades” porque, celebradas así, resultan un completo sinsentido, ya que se ha dejado totalmente apartado a Quien da sentido a la Navidad.

Para que no suframos desabastecimiento espiritual, la Iglesia nos ofrece el tiempo de Adviento, con el fin de preparar la Navidad en su verdadero sentido y significado: Dios nos ama tanto que ha enviado a su Hijo hecho hombre, que nació, murió en la Cruz y resucitó por nuestra salvación, para iluminarnos, para fortalecernos, para liberarnos. Ésta es la gran noticia para la que necesitamos prepararnos, porque es “lo más bello, lo más grande, lo más atractivo y al mismo tiempo lo más necesario” (EG 33).

Y la Palabra de Dios también nos ofrece varias pistas para llevar a cabo nuestra preparación:

Que los valles se levanten: ¿Vivo “postrado” acomodado? ¿En qué aspectos necesito levantarme?

Que montes y colinas se abajen: ¿Caigo en el orgullo, prepotencia, engreimiento…?

Que lo torcido se enderece: ¿Qué está torcido, en mí o en mi vida? ¿Qué necesito enderezar, mejorar?

Y lo escabroso se iguale. ¿Tengo altibajos? ¿Soy inconstante en mi vida de fe?

Juan se presentó en el desierto predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. ¿Hago examen de conciencia de forma regular para descubrir en qué necesito conversión? ¿Cuánto hace que no me he acercado a recibir el Sacramento del Perdón?

Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. ¿Me dejo arrastrar por el consumismo, por los aspectos exteriores de “las navidades”? ¿Mi estilo de vida es coherente con la fe en Cristo?

Cada uno debemos preparar el camino del Señor, concretando estas indicaciones en lo que conforma nuestra vida cotidiana. De este modo no sufriremos desabastecimiento espiritual, porque así Él nos bautizará con Espíritu Santo, reavivará la presencia de su Espíritu en nosotros.

ACTUAR:

No sabemos si estas navidades habrá desabastecimiento de productos de consumo, pero lo que sí sabemos, desde hace años, es que corremos el peligro de sufrir desabastecimiento espiritual en Navidad, porque la hemos vaciado del Dios que nace entre nosotros.

Como decía San Pedro en la 2ª lectura, ¡qué santa y piadosa debe ser vuestra conducta, mientras esperáis y apresuráis la llegada del Día de Dios! Aprovechemos el tiempo de Adviento, aprovechemos lo que la comunidad parroquial nos ofrece para prepararnos del mejor modo: retiro, celebración comunitaria del perdón, oraciones…

Si nos preocupa quedarnos desabastecidos de cosas materiales, deberíamos tener, por lo menos, la misma preocupación por el desabastecimiento espiritual, y poner el mismo interés en preparar el camino del Señor que en preparar lo externo y superfluo con que hemos rodeado la Navidad.

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