Parròquia Sant Vicent Màrtir de Benimàmet

Homilía Sant Vicent Ferrer – B

¡Que se acaba el mundo!

VER:

Cuando, en marzo de 2020, se inició el confinamiento prácticamente a nivel mundial, en redes sociales, foros, etc. hubo muchos mensajes expresando ideas como “vamos a morir todos”, “esto es el fin, la naturaleza ya no podía aguantar más”, “el desastre era inevitable”… Desde entonces, y a la vista de que las cosas no vuelven a su cauce con la rapidez que desearíamos, no faltan quienes expresan su certeza de que se acaba el mundo, que sólo es cuestión de tiempo que todo explote. Pero, al igual que ocurrió en la Edad Media ante la llegada del año 1000, y también al iniciarse el año 2000, esos augurios milenaristas y catastrofistas no se han cumplido.

JUZGAR:

Lo que sí es cierto es que, desde antes de empezar la pandemia, ya se decía que no estamos en una época de cambios, sino en un cambio de época. Y en este sentido “un mundo se acaba” pero para dar lugar a otro mundo. Y nos encontramos en esa situación intermedia.

En este contexto celebramos a San Vicente Ferrer. En 2018, con motivo del Año Vicentino al cumplirse el VI centenario de su muerte, se publicaron en la diócesis de Valencia diferentes documentos, catequesis, una carta pastoral… para profundizar en la figura y mensaje de este gran santo, y en esos documentos encontramos varias pistas para situar a San Vicente en nuestro hoy.

Porque San Vicente Ferrer, que desarrolló diferentes funciones en el ámbito social, político y religioso de su época, destacó sobre todo como predicador, y predicó la conversión porque estaba convencido de que se acercaba el fin del mundo. Si tenemos en cuenta la situación del momento histórico que vivió San Vicente Ferrer, fácilmente encontraremos similitudes con la nuestra: se producían enfrentamientos entre regiones de la Corona de Aragón, violencias entre partidos nobiliarios y ciudadanos, calamidades naturales y epidemias, miseria, carestía, hambrunas, un contexto eclesial incierto… Fue un tiempo de inestabilidad, de abandono de principios, de relativismo y relajación de las costumbres. Y hoy, de otro modo, sigue repitiéndose esta situación.

Todo ello contribuía a crear un clima de angustia que hacía prever en muchos, no sólo en Vicente Ferrer, que el mundo se acaba. De ahí que se le conociera como “el Ángel del Apocalipsis”, y su representación más usual es la de un hombre ya de cierta edad, levantando el brazo derecho y con el dedo índice extendido, señalando al cielo a fin de recordar la inminente llegada del Juicio Final, y con la frase de Apocalipsis 14, 7: Timete Deun et date illi honorem (Temed a Dios y dadle gloria).

Pero la predicación de San Vicente Ferrer no tenía como objeto amedrentar a sus oyentes, sino mover a la conversión. Ante la situación histórica, lo que importaba era preparar a las gentes mediante la predicación de la penitencia y la conversión, para que les llevara a adherirse a Cristo.

Ante una sociedad que había perdido su vitalidad interna, quería alcanzar la conversión de las personas, la renovación de las instituciones eclesiales y llegar así a ser una sociedad más cristiana.

El centro de la predicación de San Vicente Ferrer es el amor a Jesucristo, que lleva a vivir al estilo de Jesucristo. Habló a todos como a hijos de Dios que son, para que buscasen la santidad mediante un equilibrio humano y cristiano. Además, su modo de predicar conectó rápidamente con el pueblo, pues hablaba como éste, sin retórica ni afectaciones, con un estilo sencillo, y con una fogosidad y vehemencia tales que se apoderaba completamente del auditorio.

ACTUAR:

Cuando nos parece que se acaba el mundo, en San Vicente Ferrer tenemos un modelo a seguir, ya que también estamos llamados a ser evangelizadores en nuestra realidad. Él sintió una gran preocupación por las cuestiones de la vida social, denunció los errores e injusticias pero no como un político o activista, sino como ministro de Dios; nosotros no debemos desentendernos de la realidad, sino insertarnos en ella como cristianos en el corazón del mundo, para transformarla.

En San Vicente Ferrer tenemos a un santo evangelizador que en su época llevó a cabo una obra de evangelización tan grande y transformadora como ahora la necesitamos. Como Él hizo, ofrezcamos a Jesucristo para vivir de otra manera, para construir una sociedad nueva, hecha de hombres y mujeres nuevos con la novedad del Evangelio que San Vicente predicó.

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