Parròquia Sant Vicent Màrtir de Benimàmet

Homilía Vigilia-Pascua-B

Ya está la Vacuna

VER:

Una de las pocas buenas noticias que hemos tenido este año es que se ha desarrollado la vacuna contra la covid-19, que es el único modo que tenemos ahora de cortar los contagios. Varias empresas farmacéuticas están produciendo la vacuna y los países han comenzado el proceso de vacunación. Pero este proceso está resultando más lento de lo deseable: unas veces por las dificultades que acarrea la conservación de alguna de las vacunas, otras veces por retrasos en la producción, otras veces por problemas logísticos para organizar lugares y personal de vacunación… Unido a esto, en algunos sectores de la población, y a pesar de lo que llevamos sufriendo desde hace más de un año, inexplicablemente sigue habiendo rechazo hacia la vacuna.

JUZGAR:

Las vacunas históricamente han sido uno de los grandes avances médicos y han contribuido a paliar la incidencia y efectos de algunas enfermedades que pueden ser muy graves, incluso mortales. Gracias a las vacunas, muchas enfermedades han desaparecido o están muy controladas, pero si se dejara de administrar esas vacunas, podrían volver a aparecer y a provocar efectos negativos en las personas. Sin embargo, a pesar de estos avances médicos, algo que nos ha recordado esta pandemia es que el ser humano es finito, que nuestra vida tiene un comienzo y un fin, y ese fin constituye una frontera que por nosotros mismos no podíamos traspasar: la muerte.

Pero hoy estamos celebrando que ya está disponible la Vacuna para algo frente a esa frontera última que es la muerte. Y esa Vacuna es Cristo Resucitado.

El sepulcro cerrado con la piedra parecía ser el final, pero el primer día de la semana guardaba la gran sorpresa para las mujeres que fueron al sepulcro: la piedra estaba corrida y un joven vestido de blanco les dijo: ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? No está aquí. Ha resucitado. Mirad el sitio donde lo pusieron.

Con la resurrección de Jesús, el “virus” de la muerte ha quedado vencido. Ahora hay que anunciar esta noticia: id a decir a sus discípulos y a Pedro: “Él va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis, como os dijo”. Pero algo tan inesperado e inimaginable no resulta fácil de creer, y María Magdalena sólo acierta a decir: Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.

Igual que muchos dudaron de que la vacuna contra el coronavirus estuviera disponible en tan poco tiempo, los discípulos no acaban de creer que la Vacuna que es Cristo Resucitado ya esté disponible. Pedro y Juan fueron al sepulcro, vieron indicios (el lienzo en el suelo, el sudario enrollado en un sitio aparte…) pero de momento sólo Juan vio y creyó. Será a partir de ese momento cuando empiece el “proceso de vacunación”, como iremos viendo a lo largo del tiempo de Pascua.

Como en el caso de la vacuna contra la covid-19, acoger la Vacuna que es Cristo Resucitado supone un proceso que conlleva avances, retrocesos, altibajos… Nos resulta difícil, en primer lugar, creer que eso sea posible, que Cristo haya resucitado y que la muerte haya sido vencida definitivamente, porque seguimos encontrándola en multitud de ocasiones y formas. Otras veces, nos cuesta mantener “fresco” el anuncio recibido y ya no tiene efecto sobre nuestra vida; otras veces, falta “personal de vacunación”, evangelizadores que nos “inyecten” la Buena Noticia de la Resurrección de Cristo. Y otras veces hay quienes, inexplicablemente, se niegan a acoger esta Vacuna.

Pero el proceso de “vacunación”, el anuncio de la Resurrección de Cristo, debe seguir adelante, porque de lo contrario el “virus de la muerte” volverá a ganar terreno en nuestra vida.

ACTUAR:

Ya está la Vacuna contra la muerte. Hoy comienza el tiempo de Pascua, tenemos por delante 50 días para para inocularnos la Vacuna que es Cristo Resucitado. Y del mismo modo que hay varias vacunas disponibles, también la Vacuna de Cristo Resucitado nos llega de diferentes modos: en la oración, en la Reconciliación, en la formación en los Equipos de Vida… Y sobre todo cada domingo podemos recibir “la dosis” correspondiente en la Eucaristía, para que tengamos a punto nuestras defensas contra el pecado y la muerte. No tengamos miedo a los “efectos secundarios” que pueda tener en nuestra vida, porque así, como decía san Pablo en la Epístola: Si nuestra existencia está unida a Él en una muerte como la suya, lo estará también en una resurrección como la suya.

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