Traidores
VER:
Un asunto político que surgió a mediados de marzo hizo que en muchos titulares de prensa se hablase de “traición” y de “traidores”. Traicionar es romper la confianza, fidelidad o lealtad que se debe tener a algo o a alguien. A lo largo de la historia humana ha habido muchos traidores, que con su acción han cambiado el curso de los acontecimientos; pero también en nuestra vida personal nos encontramos con traiciones que nos han afectado profundamente, generando dolor y heridas difíciles de superar. Resulta difícil explicar lo que sentimos cuando hemos sido traicionados, y también nos resulta muy difícil, a veces imposible, recuperar la confianza en quien nos traicionó.
JUZGAR:
Hoy, Viernes Santo, la lectura de la Pasión según Juan nos muestra a Jesús sufriendo un reguero de traiciones. El evangelista se refiere varias veces a Judas como el traidor que, tomando la patrulla y unos guardias, preparó el prendimiento de Jesús. Pero no es el único traidor en la Pasión de Jesús.
Los discípulos, excepto al principio Pedro y Juan, traicionan a Jesús, abandonándolo. Pero también Pedro acabará traicionando a Jesús por miedo, negando por tres veces ser discípulo suyo.
Pilato, a pesar de que había afirmado en dos ocasiones: Yo no encuentro en él ninguna culpa; a pesar de que, después de hablar con Jesús; trataba de soltarlo porque estaba convencido de su inocencia, sabiendo que él tenía autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte, para evitarse un conflicto que pondría en peligro su carrera acaba traicionando a Jesús y se lo entregó para que lo crucificaran.
El pueblo, que poco antes había aclamado a Jesús como el que viene en nombre del Señor, ahora no sólo lo traiciona diciendo: ¡Crucifícalo, crucifícalo!, sino que al afirmar: No tenemos más rey que al César, están traicionando su propia fe porque para el pueblo judío el único rey era el Mesías esperado.
Podemos imaginar los sentimientos de Jesús, como verdadero hombre, ante este reguero de traidores. Pero no nos quedemos como simples espectadores: celebrar la Pasión de Jesús es una llamada a sentirnos “actores” en ella. Y hoy debemos ser sinceros y contrastarnos con los diferentes personajes de la Pasión, para ver si nosotros también somos “traidores”.
Quizá, como Judas, nos sentimos defraudados por Jesús: porque creemos que no atiende nuestra oración, o ante los problemas personales o sociales no actúa como esperamos, o no hemos experimentado su presencia en momentos difíciles… y “lo entregamos”, nos deshacemos de Él.
Quizá, como Pedro y los otros discípulos, cuando otros cuestionan nuestra fe, como no sabemos dar razón de la misma, ocultamos nuestra condición de cristianos por temor al ridículo o al rechazo y así, aunque no lo digamos expresamente, también estamos negando conocer a Jesús.
Quizá, como Pilato, sabemos que Jesús es quien dice ser, nos sentimos atraídos por Él, pero no estamos dispuestos a asumir el compromiso de vida que significa seguirle, no queremos que “nos complique la vida” y acabamos también por “lavarnos las manos” y desentendernos de Él.
Quizá, como el pueblo Judío, tenemos “otros reyes” en nuestra vida, con diferentes nombres: nuestro interés personal por encima de todo, el egocentrismo, el materialismo… y como Jesús nos estorba para “sentirnos libres”, preferimos “que lo crucifiquen” y que desaparezca de nuestra vida.
ACTUAR:
¿He sufrido alguna traición importante? ¿Cómo me sentí, y qué siento hacia quien me traicionó? ¿He sido yo alguna vez el traidor? ¿Por qué lo hice? ¿Me he arrepentido? ¿Cuáles son mis traiciones hacia el Señor? ¿A qué se deben? ¿Me arrepiento sinceramente de ser un “traidor” hacia Él?
Como hemos dicho al principio, humanamente nos resulta muy difícil, a veces imposible, recuperar la confianza en quien nos ha traicionado. Pero Jesús, aunque es verdadero hombre, como Hijo de Dios no ha perdido su confianza, ni en sus discípulos de entonces ni en nosotros ahora. Ante nuestras traiciones, sigue diciendo: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen (Lc 23, 34), nos dice también: Ahí tienes a tu Madre. María es nuestro ejemplo de fidelidad plena a Dios. Ella no traicionó el “sí” dado al Ángel en la Anunciación, ni siquiera al pie de la Cruz viendo morir a su Hijo.
Cuando sintamos la tentación de traicionar de algún modo a Jesús, aprendamos como Ella a ser fieles aunque no veamos ni entendamos, recordando que sólo Él tiene palabras de vida eterna.
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