Acoger la vida
VER:
Una persona que está atravesando una situación difícil se preguntaba por qué le ocurría eso, si había procurado hacer bien las cosas y cumplir lo establecido. Esta experiencia es muy común, porque tendemos a guiarnos según un esquema de “causas y consecuencias”, buscando una explicación racional a todo, y no entendemos que a alguien “bueno, cumplidor”… le sobrevengan problemas y calamidades. Cuando esto ocurre, la reacción que suele brotar es o bien de rebeldía, o bien de fatalismo, pero ninguna de las dos reacciones ayudan a llevar adelante la situación.
JUZGAR:
Hoy estamos celebrando la solemnidad de San José de un modo especial. El Papa Francisco anunció el pasado mes de diciembre la celebración de un año dedicado a San José, con motivo del 150 aniversario de su declaración como Patrono de la Iglesia Universal. Con la Carta “Patris corde” (Con corazón de padre), el Papa Francisco nos invita a acercarnos a la figura del padre terrenal de Jesús, porque “todos pueden encontrar en san José —el hombre que pasa desapercibido, el hombre de la presencia diaria, discreta y oculta— un intercesor, un apoyo y una guía en tiempos de dificultad”.
Al inicio de su Carta, el Papa repasa lo que los Evangelios nos dicen acerca de San José, “tuvo la valentía de asumir la paternidad legal de Jesús. La grandeza de san José consiste en el hecho de que fue el esposo de María y el padre de Jesús”, y aunque fue “un «hombre justo», siempre dispuesto a hacer la voluntad de Dios manifestada en su ley”, su vida no fue nada fácil y, como hemos escuchado en el Evangelio, se tuvo que enfrentar a situaciones muy complicadas y duras. Por eso hoy se nos presenta a San José como modelo a seguir para acoger esas situaciones y experiencias más duras de nuestra vida.
Como hemos dicho, y así le ocurrió a San José, “muchas veces ocurren hechos en nuestra vida cuyo significado no entendemos. Nuestra primera reacción es a menudo de decepción y rebelión. Pero José deja de lado sus razonamientos para dar paso a lo que acontece y, por más misterioso que le parezca, lo acoge, asume la responsabilidad”.
Mientras que nosotros nos movemos según un esquema de “causas-consecuencias” y buscando una explicación racional a todo, “la vida espiritual de José no nos muestra una vía que explica, sino una vía que acoge. Sólo a partir de esta acogida, podemos también intuir una historia más grande, un significado más profundo”.
De San José también aprendemos que “acoger” no significa caer en el fatalismo: “José no es un hombre que se resigna pasivamente. Es un protagonista valiente y fuerte. La acogida es un modo por el que se manifiesta en nuestra vida el don de la fortaleza que nos viene del Espíritu Santo. Sólo el Señor puede darnos la fuerza para acoger la vida tal como es, para hacer sitio incluso a esa parte contradictoria, inesperada y decepcionante de la existencia”.
Cuando en la vida nos sobrevienen circunstancias adversas, es muy comprensible reaccionar con rebeldía y desánimo. Pero dentro de nuestra conversión cuaresmal, contemplando hoy a San José, “tenemos que dejar de lado nuestra ira y decepción, y hacer espacio —sin ninguna resignación mundana y con una fortaleza llena de esperanza— a lo que no hemos elegido, pero está allí. Acoger la vida de esta manera nos introduce en un significado oculto. La vida de cada uno de nosotros puede comenzar de nuevo milagrosamente, si encontramos la valentía para vivirla según lo que nos dice el Evangelio. Y no importa si ahora todo parece haber tomado un rumbo equivocado y si algunas cuestiones son irreversibles. Dios puede hacer que las flores broten entre las rocas”, aunque ahora no seamos capaces de comprender del todo lo que nos está ocurriendo ni su “por qué”.
ACTUAR:
¿He pasado o estoy pasando alguna situación difícil, para la que no encuentro razón ni explicación? ¿Cómo reacciono? ¿Soy capaz de acoger esa situación y afrontarla con esperanza, sin resignación?
San José nos muestra que, “cuando nos enfrentamos a un problema podemos detenernos y bajar los brazos, o podemos ingeniárnoslas de alguna manera. A veces las dificultades son precisamente las que sacan a relucir recursos en cada uno de nosotros que ni siquiera pensábamos tener. José era el hombre por medio del cual Dios se ocupó de los comienzos de la historia de la redención, confiando en la valentía creadora de este hombre”.
Cuando queramos vivir desde la fe las situaciones más difíciles y duras, “lejos de nosotros el pensar que creer significa encontrar soluciones fáciles que consuelan. La fe que Cristo nos enseñó es, en cambio, la que vemos en san José, que afrontó «con los ojos abiertos» lo que le acontecía, asumiendo la responsabilidad en primera persona”.
Aprendamos de San José a acoger la vida, “tengamos la misma valentía creativa del carpintero de Nazaret, que sabía transformar un problema en una oportunidad, anteponiendo siempre la confianza en la Providencia. Y Si a veces pareciera que Dios no nos ayuda, no significa que nos haya abandonado, sino que confía en nosotros, en lo que podemos planear, inventar, encontrar”, como confió en San José.
