Parròquia Sant Vicent Màrtir de Benimàmet

Homilía Epifanía-B

Dinámicos, como los Magos

VER:

Dentro de las medidas contra el coronavirus, este año se propuso que, para la fiesta de Reyes, se organizasen «cabalgatas estáticas», con diferentes propuestas: unas consistían en que las carrozas estarían paradas en un lugar con control de acceso para que, a lo largo de varios días, fuese la gente a verlas como si fueran cuadros de una exposición; otras opciones eran la retransmisión de la cabalgata por televisión para verla sentados en el salón de casa. Pero más allá de las diferentes propuestas y apoyando completamente la adopción de todas las medidas necesarias, lo cierto es que hablar de “cabalgata estática” es hablar de términos opuestos, porque una “cabalgata” es un desfile, una marcha, algo que implica desplazamiento… todo lo contrario a algo “estático”, parado.

JUZGAR:

Como todo esta Navidad, también el día de Reyes va a ser diferente y debemos ser responsables y seguir todas las medidas sanitarias y de prevención que se nos propongan respecto a las cabalgatas y demás actos públicos. Pero la verdadera fiesta de hoy, lo que estamos celebrando, no consiste en cabalgatas, sean del tipo que sean, ni en regalos, ni en roscones.

Hoy celebramos la fiesta de la Epifanía del Señor, la manifestación del Hijo de Dios hecho hombre a todos los pueblos de la tierra, y esto no es “estático” sin algo muy dinámico, y un toque de atención para ver si, en lo referente a la fe, también somos “estáticos” o “dinámicos”, si en estos días hemos sido meros espectadores que “ven pasar” al Señor o estos días nos han hecho ponernos en camino, movernos.

Como hemos escuchado en el Evangelio, unos Magos de Oriente, se presentaron en Jerusalén preguntando: ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo. Los Magos se desplazan desde una considerable distancia: ¿Y yo, participo habitualmente en las celebraciones y otros actos que se proponen desde la parroquia, o me quedo “estático”, me da pereza y me puede la comodidad y no estoy dispuesto a desplazarme hasta aquí?

“Los Magos preguntaron”: ¿Tengo inquietud por profundizar en la fe cristiana en los Equipos de Vida, quiero comprenderla mejor, o me limito a cumplir los preceptos pero sin interesarme por su sentido?

Ellos “vieron salir la estrella”: ¿Estoy atento a las “estrellas” de todo tipo que señalan la presencia de Dios, o vivo centrado sólo en mis asuntos y mis intereses, sin prestar atención a nada más?

Los Magos, cayendo de rodillas, adoraron al Niño: Adorar es un reconocimiento de Dios que brota desde lo profundo del corazón y abarca todo el ser: cuerpo, mente y alma. ¿Yo adoro a Dios, o sólo le rindo culto, cumplo de un modo formal pero externo, como “algo que hago” pero sin que me implique plenamente, sin que llegue a “tocar” mi corazón y mi alma?

Después, le ofrecieron regalos: ¿Qué “regalo” yo a Dios? ¿Dinero, objetos, actos piadosos? ¿Soy capaz de “regalarme” a mí mismo, de entregarle mi dinamismo, tiempo, mis talentos, para construir su Reino, o prefiero quedarme estático, en la comodidad de mi casa, de mis asuntos?

Y por último, los Magos se marcharon a su tierra por otro camino: El encuentro con el Dios hecho hombre supuso un cambio para ellos, ya nada sería igual. ¿Y para mí, que ha supuesto esta Navidad? ¿Me ha dejado igual que antes, sigo estático? ¿Qué otros caminos debería seguir para que mi fe sea dinámica, en acción?

ACTUAR:

En el contexto social son necesarias, este año, las “cabalgatas estáticas”. Pero si queremos que nuestra vida esté iluminada por la fe, debemos hacer justo lo contrario: ponernos en camino, ser dinámicos como los Magos, dejar nuestros estatismos, nuestras comodidades que nos paralizan y prestar atención a tantas “estrellas” que nos guían hasta donde el Señor está presente: puede ser una celebración, una reunión, un encuentro, una lectura, la persona necesitada… Si salimos de nuestro estatismo, todas esas “estrellas” nos llevarán hasta el encuentro con el Dios hecho hombre; adorémosle con todo nuestro ser, alma y cuerpo, seamos nosotros mismos el regalo que le presentamos para que, con su gracia, retomemos nuestras tareas habituales pero por otro camino, con un nuevo impulso y una nueva esperanza: la que brota de haber descubierto que Dios ha nacido y está entre nosotros.

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