Parròquia Sant Vicent Màrtir de Benimàmet

Homilía de la Ascensión del Señor-A

Doblegar la curva

Ascensión

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Una de las razones para declarar el estado de alarma y consiguiente confinamiento domiciliario fue la que se denominó como “doblegar la curva” de la estadística que marcaba la evolución de la pandemia. Día tras día el número de contagios, hospitalizaciones y muertes aumentaba rápidamente, formando una curva ascendente que era necesario “doblegar”, porque eso indicaría que se estaba empezando a superar la pandemia. Sin embargo, se advirtió que primero habría que pasar por una etapa de “meseta”, en la que los incrementos no serían tan acelerados pero tampoco habría una brusca disminución de casos, hasta que más tarde la curva sí pasaría a ser descendente.

JUZGAR:

Hoy celebramos la Solemnidad de la Ascensión del Señor. Como hemos escuchado en la 1ª lectura, Jesús, después de todo lo que había hecho y enseñado durante su vida terrena, y tras su Pasión, Muerte y Resurrección, dio instrucciones a los apóstoles y ascendió al cielo. Y como diremos en el Prefacio: “No se ha ido para desentenderse de este mundo, sino que ha querido precedernos como cabeza nuestra para que nosotros, miembros de su Cuerpo, vivamos con la ardiente esperanza de seguirlo en su Reino”.

Jesús, el Hijo de Dios, se Encarnó y se hizo hombre porque el ser humano estaba aquejado por una “pandemia” causada por el pecado, y estaba siguiendo una “curva descendente” en la que había ido perdiendo progresivamente la imagen de Dios y, como consecuencia, también la propia Humanidad y esperanza. Era necesario doblegar esa “curva de pecado” y en el himno de la carta a los Filipenses encontramos sintetizado el actuar de Dios: Cristo, a pesar de su condición divina… se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo… (Flp 2, 7-9)

La Pasión y Muerte de Jesús fueron el punto más bajo de esa “curva de pecado”, y su Resurrección marcó el comienzo de la “curva ascendente” que indica la recuperación de la humanidad. Sin embargo, esa “curva ascendente” no ha seguido siempre un ritmo igual: también ha tenido, a lo largo de la Historia, etapas de “meseta”, etapas de nuevos descensos y “recaídas”… Pero en su conjunto, sí que podemos ver esa tendencia al alza. Y hoy celebramos la meta a la que estamos llamados, el punto culminante de esa curva ascendente y que hemos dicho en la oración colecta: “donde nos ha precedido Él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también nosotros, como miembros de su cuerpo”.

La Solemnidad de la Ascensión del Señor es una llamada a revisar nuestra vida para ver si estamos siguiendo una “curva” ascendente o descendente. Hace unas semanas hemos celebrado la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, que no es simplemente el recuerdo de algo que ocurrió en el pasado, sino la actualización hoy, en nuestra vida, de la salvación que Jesús Resucitado nos otorgó. ¿Qué efecto ha tenido en mí la celebración de esta Pascua tan especial? Aunque atraviese momentos o etapas de “meseta”, ¿experimento que mi vida sigue una “curva ascendente” hacia la meta que es Cristo, o me he quedado “plantado mirando al cielo” (1ª lectura) sin hacer nada?

Y la Ascensión del Señor también es una llamada a revisar nuestro mundo, nuestra sociedad. Como escribió recientemente el Arzobispo de Valencia: “Se ha ido construyendo un tipo de sociedad que está herida y rota (…) sin orientación, sin unidad y desvertebrada (…) El modo de vivir y actuar que llevamos no funciona: cuando se carece de esperanza se llena uno de miseria y pobreza, de sinsentido (…) Necesitamos urgentemente volver a Dios, convertirnos, cambiar de vida, dejar ese tipo de vida, sin Dios”. (carta semanal 25-4-2020). Necesitamos “doblegar la curva” de la desesperanza y del sinsentido, con la fuerza de la Resurrección de Cristo.

ACTUAR:

En lo referente a la pandemia del coronavirus, todos esperamos que se doblegue por fin la curva. Y en esta solemnidad de la Ascensión también debemos desear que en nosotros y en la sociedad se doblegue la “curva de pecado”, e iniciemos una progresiva ascensión hacia la meta que es Cristo.

Y del mismo modo que en el coronavirus todos debíamos colaborar mediante nuestro confinamiento para doblegar esa curva, ahora todos los cristianos somos necesarios, mediante nuestro testimonio, para avanzar en el camino de vuelta a Dios. Y aunque atravesemos etapas de “meseta” y de recaídas, podemos mantener la esperanza, por las palabras que Jesús ha dicho al final del Evangelio: Y sabed que yo estoy con vosotros, todos los días, hasta el fin del mundo.

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