Comunión espiritual: que se nos note

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La situación de crisis provocada por el coronavirus está afectando profundamente a todas las dimensiones de nuestra vida. El domingo pasado hablábamos de las muestras de irracionalidad que se pudieron ver sobre todo en los primeros días del agravamiento de la situación, pero también se han podido ver gestos e iniciativas muy positivas por parte de algunas personas. Esta crisis también está dando una nueva perspectiva a la Semana Santa, totalmente distinta a lo que estábamos habituados, y por eso el domingo pasado también pedíamos que, sobre todo en las circunstancias actuales, la Semana Santa nos ayudase a ser “racionales” en la vida familiar, laboral, civil… y también en lo referente a la fe, aprovechando los medios que tenemos para permanecer unidos a Jesús, porque como suelo decir a la gente, la fe “se nos tiene que notar”.
JUZGAR:
Y para que “se nos note”, hoy, Jueves Santo, celebramos la institución de la Eucaristía, que es el medio privilegiado para estar unidos al Señor, porque es su presencia real. Hoy estamos celebrando una tradición que procede del Señor (2ª lectura) y que nos hemos ido transmitiendo desde el comienzo de la Iglesia: Que el Señor Jesús tomó pan y dijo: Esto es mi cuerpo… Lo mismo hizo con el cáliz, diciendo: Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre… La Eucaristía es “fuente y culmen de la vida cristiana” (Lumen gentium 11) y “contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua” (Presbyterorum ordinis 5). Y aunque este año, puesto que continúa la suspensión de la celebración pública de la Eucaristía, no podamos comulgar sacramentalmente en este día, sí que podemos ejercitarnos en vivir la comunión espiritual y unirnos a Jesús-Eucaristía no por la recepción del Sacramento, sino por el deseo de recibirlo. Como decía San Juan María Vianney, el cura de Ars: “Una comunión espiritual actúa en el alma como un soplo de viento en una brasa que está a punto de extinguirse”. (Sermones)
Y hoy también celebramos el Día del Amor Fraterno. En el Evangelio hemos escuchado que Jesús, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo… y, tomando toalla se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos… Y las dos celebraciones están inseparablemente unidas: para que se nos note la fe, primero Jesús nos deja su presencia real en la Eucaristía, y después nos indica cómo hacer vida nuestra Comunión con Él, nuestra “común-unión”, ya sea sacramental o espiritual: amando hasta el extremo. Jesús nos lo ha dicho claramente: también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis. Si en estos días de confinamiento se están dando ejemplos de solidaridad y servicio en barrios y comunidades de vecinos, del mismo modo y con mayor motivo a nosotros se nos tiene que notar nuestra fe y nuestra Comunión con Cristo, y sin vulnerar el estado de alarma.
ACTUAR:
En circunstancias “normales”, hoy tras la celebración de la Eucaristía habríamos continuado en adoración ante el Santísimo Sacramento reservado en el Monumento. Pero en las actuales circunstancias, nada nos impide llevar a la práctica lo que el Señor dijo: cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará (Mt 6, 6). Por eso, como continuación de la comunión espiritual, podemos estar en adoración, meditando el Evangelio de este día, leyendo algún libro de espiritualidad…
Y después, aun dentro del limitado ámbito en que podemos movernos podemos pedir al Señor que nos muestre cómo “lavar los pies” a otras personas: quedándonos en casa y saliendo sólo lo imprescindible; cuidando que no haya riñas ni disputas con el resto de la familia; orando sin desfallecer por las personas enfermas y quienes están sufriendo más duramente las consecuencias de esta crisis; y por el Personal Sanitario, Servicios de Emergencias, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad; con las debidas precauciones, ofreciéndonos a llevar la compra o medicamentos si alguien lo necesita; llamando o escribiendo a personas que pueden sentirse solas o asustadas…
El Jueves Santo siempre, pero este año en particular, es una fuerte llamada a que se nos note la fe que profesamos en Jesús-Eucaristía. Como indicó San Pablo VI en “Evangelii nuntiandi” 21: «La Buena Nueva debe ser proclamada, en primer lugar, mediante el testimonio. Todos los cristianos están llamados a este testimonio y, en este sentido, pueden ser verdaderos evangelizadores».