Parròquia Sant Vicent Màrtir de Benimàmet

Homilía de San José-A

Compensa. Y mucho.

Lc 2, 41-51a

San José

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Para promocionar un sorteo con motivo del Día del Padre, una conocida organización ha lanzado una campaña publicitaria en la que presenta diferentes situaciones en las que un padre se lleva algún chasco o mala contestación por parte de su hijo, y al final de cada anuncio se dice: “¿Te has preguntado si ser padre compensa? Compensa, y mucho”. Lógicamente la campaña publicitaria exagera los hechos, pero es cierto que a menudo el amor, la dedicación, el trabajo… que los padres ofrecen a sus hijos no son reconocidos por éstos, ni siquiera valorados en su justa medida.

JUZGAR:

Hoy estamos celebrando a San José. Él cumplió con cariño y fortaleza la misión que Dios le había encomendado: ser el esposo de María y el padre terrenal de Jesús, y protegerles. Es cierto que los Evangelios nos han transmitido pocos datos sobre San José, pero con lo que sabemos es suficiente para descubrir su grandeza, desde su humildad y silencio.

Hoy hemos escuchado en el Evangelio que José y María, los padres de Jesús, solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Y cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre. José se nos muestra plenamente como esposo y padre. Y cuando Jesús se quedó en Jerusalén sin que lo supieran sus padres, José junto con María actúa como cualquier padre lo haría y se volvieron a Jerusalén en su busca. Pero cuando a los tres días lo encontraron en el templo, Jesús les da aparentemente una contestación despectiva: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?

Como en la campaña publicitaria, después de tres días de angustia y esa contestación, José también podría preguntarse si “ser padre compensa”. Y no sólo por este episodio, sino por todo lo que había tenido que pasar desde que asumió la función de padre terrenal de Jesús.

Si repasamos la devoción de los Siete Dolores y Gozos de San José, encontraremos una síntesis de toda una vida de experiencias, positivas y negativas, que José tuvo que atravesar:

Sufrió descubriendo que María iba a ser madre sin haber tenido relaciones con Ella, pero gozó conociendo el Misterio de la Encarnación que el Ángel le reveló en sueños.

Sufrió viendo nacer a Jesús en un establo, pero gozó con la adoración de los pastores.

Sufrió, sin duda, al ver circuncidar al Niño, pero gozó al ponerle por nombre Jesús, como le había dicho el Ángel, porque ese Niño iba a salvar a su pueblo de los pecados.

Sufrió al escuchar la profecía del anciano Simeón, pero gozó sabiendo que la Pasión de Jesús sería la salvación de todos.

Sufrió al tener que huir a Egipto, pero gozó al saber que había salvado a María y al Niño.

Sufrió por no poder regresar a Belén, pero gozó de la vida familiar en Nazaret.

Sufrió al perder a Jesús en Jerusalén, pero gozó al encontrarlo en el templo.

El hecho de que José se mantuviera siempre fiel a la misión encomendada, en el dolor y en el gozo, nos permite saber cuál sería su respuesta a la pregunta acerca de si “ser padre compensa”. Para él, compensa, y mucho, porque José fue un verdadero esposo para María y un verdadero padre para Jesús, y pudo vivir como nadie la cercanía a ellos, en todos los momentos y circunstancias.

ACTUAR:

Estos días, por el estado de alarma, los niños y jóvenes no van al colegio o instituto y deben estar confinados en casa; y los padres y madres tienen que hacer más “ejercicios de paciencia” de lo habitual, y también se podrán preguntar, como en la campaña publicitaria: “¿Ser padre compensa…?”

De San José podemos aprender a valorar más el amor, la dedicación y el trabajo que nuestros padres nos ofrecen. Y también podemos aprender a ponernos a la escucha de Dios; y la necesidad de una verdadera humildad para aceptar el plan de Dios en nuestra vida, aunque nos cueste entenderlo; y la fidelidad para seguir ese plan, por adversas que sean las circunstancias; y la importancia del cumplimiento del trabajo cotidiano. Y que todo eso compensa, y mucho.

Por todo esto, la Iglesia honra a San José como su Patrono. Celebrémoslo y hagamos nuestra esta oración: “San José, tú has sido el árbol bendito por Dios, no para dar fruto, sino para dar sombra; sombra protectora de María, tu esposa; sombra de Jesús, que te llamó padre y al que te entregaste del todo. Tu vida, tejida de trabajo y de silencio, me enseña a ser eficaz en todas las situaciones; me enseña, sobre todo, a esperar en la oscuridad, firme en la fe. Siete dolores y siete gozos resumen tu existencia: fueron los gozos de Cristo y de María, expresión de tu donación sin límites. Que tu ejemplo me acompañe en todo momento: florecer donde la voluntad del Padre me ha plantado, saber esperar, entregarme sin reservas hasta que la tristeza y el gozo de los demás sean mi tristeza y mi gozo” (BAC “Oracional”).

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