Vivir el Adviento para recuperar la Navidad
VER:
Desde hace varios años venimos advirtiendo de la pérdida del verdadero sentido de la Navidad. Nos estamos encontrando con una “navidad sin Dios”: se habla solamente de buenos sentimientos, de solidaridad, se hacen campañas especiales para los necesitados… sólo porque “es Navidad”, sin más explicación. La Nochebuena ha pasado a ser sólo una noche de reunión familiar, y después, como una noche de sábado cualquiera, se sale de fiesta. Se adornan las calles, balcones y escaparates con luces, bolas, espumillón, velas, Papá Noel… Pero Dios no aparece. Últimamente algunas administraciones públicas han decidido no poner belenes en sus locales… La pérdida de un clima religioso generalizado, esos signos de los tiempos, provocan en muchos cristianos un desasosiego y un temor grandes, como si la Navidad fuera a desaparecer.
JUZGAR:
Es la experiencia que Jesús, con lenguaje apocalíptico, apuntaba al comienzo del Evangelio de hoy: Habrá signos… angustia de las gentes… miedo ante lo que se le viene encima al mundo… Pero no podemos quedarnos en una posición de permanente condena y lamentación por lo mal que está el mundo.
A continuación, Jesús ha indicado: Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza.
Hoy comenzamos un nuevo año litúrgico y uno de los tiempos fuertes del año: el Adviento. Y precisamente porque los signos de los tiempos son los que son, en este Evangelio Jesús nos hace una fuerte llamada a vivir el Adviento para poder recuperar la Navidad.
El autor Georges Bernanos, en su obra Diálogos de Carmelitas, que se desarrolla en plena revolución francesa, pone en boca del capellán las siguientes palabras: En tiempos menos penosos, el homenaje a Su Majestad [Dios] adquiere fácilmente el aspecto de un simple ceremonial, muy parecido al que se observa en honor de los reyes de este mundo. No diré que Dios no vea con agrado esa clase de homenajes, pero a veces, Dios se cansa de eso. El Señor vivió y sigue viviendo entre nosotros como un pobre, y llega el momento en el que decide hacernos tan pobres como Él, a fin de ser recibido y honrado por los pobres, a la manera de los pobres.
Quizá hemos vivido durante muchos años una Navidad muy “ceremonial”, hecha de simples tradiciones, invadida por el consumismo, que se ha ido vaciando de sentido, y los actuales signos de los tiempos son un indicio de que Dios “se ha cansado” de eso y nos está incitando a recuperar la verdadera Navidad, aceptando la pobreza de gestos y signos externos pero creyéndonos que esa aparente pobreza va a permitir que se manifieste más claramente el Misterio que celebramos.
Y para recuperar la verdadera Navidad, necesitamos vivir el Adviento. Por eso, también el Señor nos ha dado una llamada de atención: Tened cuidado: no se os embote la mente… Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza… Tengamos cuidado: es muy fácil dejarnos arrastrar y adormecer por el ambiente y no aprovechar y vivir el Adviento como el tiempo de preparación para recuperar la Navidad.
Y como nos ha recordado la 2ª lectura: Habéis aprendido de nosotros cómo proceder para agradar a Dios: pues proceded así y seguid adelante. Tenemos los instrumentos necesarios para vivir el Adviento y recuperar la verdadera Navidad: aprovechémoslos. Pero esto ya sólo depende de cada uno.
ACTUAR:
¿Cómo afronto los actuales signos de los tiempos respecto a los símbolos religiosos y a la “navidad sin Dios”: como una amenaza, o como una oportunidad? ¿Qué significa para mí comenzar el tiempo de Adviento? ¿Me dejo arrastrar y adormecer por el ambiente consumista? ¿Qué voy a hacer durante este Adviento para poder recuperar la verdadera Navidad?
Como indica el documento Ser y misión de la Acción Católica General: llamados y enviados a evangelizar: La mayoría de las personas prescinden de lo religioso, prescinden de Dios, de la fe y de la Iglesia. Estamos ante una época de fuerte secularización, que va invadiendo de forma integral la vida de las personas, desarrollando una manera de pensar en la que Dios, no es que no sea el motor de sus vidas, sino que Dios no tiene sitio. Ésta es la realidad: pero no nos quedemos en el miedo, la lamentación o la condena. Aceptemos el reto y vivamos este Adviento para recuperar la verdadera Navidad, ya que, aunque sea en pobreza de signos externos, aunque se le pretenda ocultar de muchos modos, el Señor sigue naciendo y nosotros debemos celebrarlo y manifestarlo.