Parròquia Sant Vicent Màrtir de Benimàmet

Homilía del Corpus Christi-B

Pacto de sangre

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VER:

Antiguamente, pero también hoy, algunas personas hacen un “pacto de sangre”: para dar la mayor importancia y seguridad a un acuerdo que han adoptado, se realizan una pequeña herida, normalmente en las manos, para que brote la sangre y después unen sus manos de modo que su sangre se mezcle, indicando así que ese pacto ha quedado firmemente sellado y obliga a respetarlo a quienes lo han realizado. Haber unido su sangre crea un fuerte vínculo entre esas personas, que tienen la seguridad de que la otra persona va a ser fiel a lo pactado y no les va a traicionar.

JUZGAR:

Hoy estamos celebrando la Solemnidad del Corpus Christi, el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Y la Palabra de Dios en este domingo nos recuerda que Dios ha sellado con nosotros un pacto de sangre, el mayor pacto que el hombre pueda imaginar: la Nueva Alianza.

Ya desde el principio Dios había establecido sucesivas alianzas con su pueblo: con Noé, con Abrahán y con Moisés. Como indica el Itinerario de Formación Cristiana para Adultos “Ser cristianos en el corazón del mundo”: La Alianza es el término bíblico por antonomasia para expresar la acción de Dios con toda la humanidad y con su pueblo (…) con unas estipulaciones que se dejan claras desde el principio y que comprometen a las partes; con un rito que las sella (T. 8). En la 1ª lectura hemos escuchado el relato de la Alianza con Moisés, que recoge estos aspectos y que es sellada con sangre: Moisés puso por escrito todas las palabras del Señor… Y mandó a algunos ofrecer al Señor holocaustos y vacas… Tomó la mitad de la sangre y la puso en vasijas… Después tomó el documento de la alianza y se lo leyó en alta voz al pueblo, el cual respondió: “Haremos todo lo que manda el Señor y le obedeceremos”. Tomó Moisés la sangre y roció al pueblo diciendo: “Ésta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros”.

Pero la Alianza con Dios no es un simple “pacto”, sino la concreción de la Historia de Salvación, el diálogo amoroso que Dios ha llevado a cabo con su pueblo a lo largo de la Historia: La salvación de Dios parte de la creación y se focaliza en un pueblo pequeño, Israel. En la plenitud de los tiempos, Dios cumple las promesas hechas a su pueblo e inaugurará una Nueva Alianza en la persona de Jesucristo.

Tras las fiestas Pascuales, y las Solemnidades de la Ascensión, Pentecostés y la Santísima Trinidad, la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo nos hace recordad y celebrar esta Nueva Alianza, como hemos escuchado en el Evangelio: Jesús tomó un pan… y se lo dio diciendo: “Tomad, esto es mi cuerpo”. Cogiendo una copa… les dijo: “Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos”.

La Antigua Alianza tenía tal importancia en la vida del pueblo de Israel que tuvo que ser renovada periódicamente: antes de entrar en la tierra prometida; cuando el rey Josías establece un período de purificación por los pecados; y cuando el pueblo vuelve del destierro. Para nosotros la Nueva Alianza tiene tal importancia que todos los años la celebramos en este día. Hoy recordamos y celebramos que Dios, por nuestra salvación, en Jesús ha hecho y sigue haciendo con nosotros el mayor pacto de sangre, y la 2ª lectura nos recuerda hasta qué punto se ha comprometido Dios con nosotros: No usa sangre de machos cabríos ni de becerros, sino la suya propia… Si la sangre de machos cabríos y de toros… tienen el poder de consagrar a los profanos, cuánto más la sangre de Cristo… podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas. Dios mismo, en Jesús, une su sangre a la nuestra estableciendo un pacto definitivo; por su parte siempre será fiel, y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna.

ACTUAR:

¿Qué significa para mí que Dios haya hecho con nosotros, conmigo, un pacto de sangre? ¿Había profundizado alguna vez en el significado de las palabras de se dicen durante la consagración: Éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la Alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados? ¿Soy fiel a esa Alianza, a ese pacto?

Cada vez que participamos en la Eucaristía, Dios vuelve a hacer con nosotros este pacto de sangre, porque sacramentalmente renueva su entrega total, con su Cuerpo y su Sangre, por nosotros y por nuestra salvación. Renovemos nosotros también nuestro compromiso con la Nueva Alianza con nuestra participación consciente y activa en la Eucaristía, para que como hemos pedido en la oración colecta, experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención.

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