Se nos tiene que notar
VER:
Más allá de imágenes cursis o propias de novelas o películas “rosa”, lo cierto es que a las personas se nos nota cuando estamos enamorados, no lo podemos ocultar. Si nuestro amor no es correspondido, porque sufrimos “como almas en pena”; y si nuestro amor es correspondido, porque sentimos felicidad, alegría, paz… Tanto en un caso como en otro, esos sentimientos brotan de nosotros y son percibidos por los demás, porque los transmitimos con nuestras palabras, hablamos de la persona amada constantemente… Y también, aunque no lo sepamos expresar verbalmente, transmitimos nuestros sentimientos con nuestro tono de voz, nuestra mirada, nuestros gestos, nuestra postura corporal, con nuestra actitud ante la vida, con nuestra relación con los demás… Aunque lo pretendamos, no podemos ocultar que estamos de verdad enamorados.
JUZGAR:
Por eso, tras escuchar la 2ª lectura y el Evangelio de este domingo, se nota que el evangelista san Juan estaba profundamente enamorado: enamorado de Dios, y por eso su Evangelio se diferencia de los otros tres, no porque los otros evangelistas no amaran a Jesús, sino porque Juan nos transmite su experiencia de fe marcada, impregnada por el amor: no puede ni quiere ocultarlo.
Él parte de las palabras de amor que Jesús dirigió a sus discípulos durante la Última Cena: Como el Padre me ha amado, así os he amado yo… Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos… a vosotros os llamo amigos…
Juan sabe que estas palabras de Jesús no surgen en un momento de sentimentalismo, sino que son el fruto y la síntesis de todo lo que Jesús ha estado compartiendo con ellos. Y su respuesta de amor a esa amistad y amor de Jesús la expresa transmitiéndonos su experiencia en el fragmento que hemos escuchado en la 2ª lectura: Amémonos unos a otros… todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios… Dios es amor… En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios mandó al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de Él. Juan nos transmite su experiencia de amor hacia Dios porque él ha vivido lo que Benedicto XVI expresó en Dios es amor : No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva (1). Y quiere que nosotros tengamos esa experiencia de amor. Y podemos tenerla porque Juan como nos sigue diciendo: En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y nos envió a su Hijo. Podemos enamorarnos de Dios porque Él previamente nos ha amado en Jesús.
Si creemos que Dios es amor, si nosotros también le amamos, nuestro amor se nos tiene que notar, porque como dice el Papa Francisco en Evangelii gaudium: si alguien ha acogido ese amor que le devuelve el sentido de la vida, ¿cómo puede contener el deseo de comunicarlo a otros? (8) Y si descubrimos que ese amor no se nos nota, el Papa nos invita a reflexionar: ¿qué amor es ese que no siente la necesidad de hablar del ser amado, de mostrarlo, de hacerlo conocer? Si no sentimos el intenso deseo de comunicarlo, necesitamos detenernos en oración para pedirle a Él que vuelva a cautivarnos. (…) La mejor motivación para decidirse a comunicar el Evangelio es contemplarlo con amor, es detenerse en sus páginas y leerlo con el corazón (264). Los Evangelios son “cartas de amor” de Jesús para nosotros. Eso es lo que necesitamos hacer, leer con el corazón esta Palabra de amor que el evangelista san Juan nos ha transmitido.
ACTUAR:
¿Estoy o he estado enamorado? ¿En qué lo notaba, y en qué me lo notaban? ¿Estoy enamorado de Dios? ¿En qué lo noto y en qué me lo notan? ¿Siento necesidad de hablar del Amado, o me da reparo? ¿Leo el Evangelio con el corazón, o de forma superficial?
La celebración de la Pascua, del triunfo del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nos ha de motivar a responder con nuestro amor, transmitiendo ese amor que hemos recibido. Se nos tiene que notar, y podemos hacerlo, porque como dice el Papa Francisco: todos hemos sido creados para lo que el Evangelio nos propone: la amistad con Jesús y el amor fraterno. Tenemos un tesoro de vida y de amor que es lo que no puede engañar, el mensaje que no puede manipular ni desilusionar. Es una respuesta que cae en lo más hondo del ser humano y que puede sostenerlo y elevarlo. Es la verdad que no pasa de moda porque es capaz de penetrar allí donde nada más puede llegar. Nuestra tristeza infinita sólo se cura con un infinito amor (266).